Desde un helicóptero se observan enormes manchas negras en zonas de bosques de Quito. Hay árboles que están de pie, pero carbonizados y una capa de ceniza ploma cubre el piso.
En las laderas del Ilaló, Atacazo y del Parque Metropolitano esa imagen devastadora refleja la magnitud de los incendios forestales que se han registrado en Quito (2 258 que han consumido 2 238 hectáreas en este verano).
Desde el cielo también se aprecia extensos pastizales, que están amarillos por la falta de humedad. Amarillo y negro son los colores que, por ahora, dominan una parte de las laderas y de los bosques nativos.
Ayer, el ministro de Seguridad, Miguel Carvajal, acompañado de coroneles y generales del Ejército sobrevolaron el Distrito para evaluar el desastre que ha dejado el fuego y planificar acciones para frenar el avance de los incendios forestales en la ciudad.
El sobrevuelo se realizó horas después de que el Gabinete Ampliado de Seguridad de la ciudad decretara la alerta naranja. Una de las decisiones fue sumar dos helicópteros de las Fuerzas Armadas a la lucha contra el fuego. Las naves tienen capacidad para llevar agua a las zonas en peligro. Otros cuatro helicópteros ayudarán en el monitoreo.
Carvajal informó que también se iniciarán las gestiones para adquirir un helicóptero cisterna para combatir los incendios en el país (la alerta naranja también se decretó en las provincias de Carchi, Imbabura, Chimborazo, Azuay, Cañar, Loja y El Oro). “Aspiramos a contar con esta nave en un año, es necesaria por los efectos del cambio climático”.
La alerta naranja implica la ejecución de tres disposiciones específicas. La primera es movilizar todos los recursos financieros, evacuar población de las zonas afectadas cuando sea necesario y garantizar la provisión de agua.
Homero Arellano, ministro coordinador de Seguridad, dijo que la expansión del fuego no responde a las circunstancias meteorológicas, sino a saboteadores que están afectando a la seguridad ciudadana. “Vamos a tomar medidas muy duras. Además, vamos a presionar para que se abandonen estas prácticas agrícolas de preparar la tierra quemando la maleza en los campos”.