María Fernanda Pacheco, presidenta de la Unidad Patronato San José, habló sobre las donaciones recibidas en Quito para los damnificados en Manabí. Foto: EL COMERCIO
En la primera etapa de donaciones para las víctimas del terremoto del pasado 16 de abril se aprovecharon todos los productos. Ropa, zapatos, agua, víveres, medicinas, juguetes y hasta algunas piezas de bisutería fueron entregadas. Hubo pocos alimentos caducados.
En promedio, de las 3 500 toneladas donadas por los ciudadanos, empresas privadas y organizaciones internacionales en Quito, apenas 20 kilos eran caducados. Estos fueron sometidos a un proceso de descarte.
De todas las colaboraciones recibidas un 30% era alimentos; un 20%, ropa; 25%, agua; 11 %, útiles de aseo; 9 %, kits para bebés y 5% de otros (medicamentos, carpas, juguetes, colchones).
Uno de los productos más complejos de despachar fue el agua. Por el peso y el movimiento del líquido en cada camión se enviaba dos camas (capas) de agua, una de víveres y otra de colchones o ropa.
Las imágenes que circularon en redes sociales mostrando a personas en el centro de acopio desechando las botellas de líquido en camiones fueron descontextualizadas, precisó María Fernanda Pacheco, presidenta de la Unidad Patronato San José. No se botó nada a la basura, se trataba de agua no apta para el consumo humano que fue aprovechada para ser convertida en cloro, aclaró.
“Es lamentable que personas que no hayan contribuido tomen esto desde un punto de vista política. En el centro de acopio previo a la organización de los kits se hacía un proceso de selección”, mencionó Pacheco.
A la final, en la entrega del último convoy que salió el 30 de junio se mandó incluso: algunas joyas de fantasía, tacones de mujer, un corazón de cristal y hasta ropa elegante. Todo corresponde a donaciones.
La asignación de estos productos y del resto de kits de víveres, insumos para bebés, agua, ropa se coordinará con fundaciones e iglesias de Manabí y Esmeraldas.