Las 17:00, en Quito, y en las calles no parece que cerca de 80 000 carros hayan dejado de circular temporalmente debido al pico y placa. Al contrario, las avenidas10 de Agosto y Gran Colombia, en el centro, lucen abarrotadas de taxis, buses y autos particulares.
Desde el 31 de julio, la Bicicleta Pública es otra alternativa.
En la av. 10 de Agosto, frente al Banco Central, se instaló una de las 21 estaciones. (Está previsto que se instalen cuatro más). Édison Fierro recibe el carné de usuario y llena el registro. Mientras desengancha una de las bicicletas, Freddy Maldonado y Andrea Yánez se acercan a la estación porque están interesados en conocer más detalles del proyecto, que tiene 425 bicicletas. El bus es el medio cotidiano de transporte de Yánez. La incomodidad y las frases y miradas lascivas que le dirigen algunos pasajeros hicieron que vea en la bicicleta pública un medio alternativo de transporte. “Así podría disponer de mi tiempo y planear mi propia ruta”.
Maldonado es quien tiene más experiencia conduciendo bicicleta entre el tránsito vehicular. Para él, la falta de respeto y la imprudencia de conductores, peatones y ciclistas aún representan un alto riesgo en las calles.
Fierro, desengancha la bici. Antes de empezar a pedalear hay que verificar que el vehículo esté en buen estado. La mejor opción es tomar la ciclorruta que cruza el parque de La Alameda.
Por el carril para bicicletas, un motociclista se adelanta al tránsito. Eso está prohibido, pero no hay policías a la vista. El sonido del timbre instalado en el manubrio advierte a los transeúntes. La ruta atraviesa el parque El Ejido. Ahí, el vóley y el teatro callejero atraen a cientos de curiosos.
En el parque no hay congestión, ni pitos. Se avanza rápido. Cruzar la av. Patria, para tomar la ciclorruta de la av. Amazonas, es difícil tanto para el peatón como para el ciclista. La señalización no da prioridad a los actores viales más vulnerables. En este sector las bicicletas de montaña, urbanas y públicas son más notorias. En las intersecciones hay que negociar el cruce con los conductores que toman las vías secundarias.
En la estación Santa Teresita, Óscar Betancourt, de 65 años, se ajusta su propio casco antes de partir hacia La Carolina, junto con su amigo Juan Moreira, de 47. El aficionado al ciclismo aplaude la iniciativa municipal. “La educación y el respeto deben ser una prioridad. No todos tienen suficiente experiencia conduciendo entre el tránsito”.
En la estación de la av. República, Miguel Jaramillo, Andrés Ayala y Grace Alemán muestran orgullosos su carné. Salieron del trabajo para estrenarse en la bici pública. Los tres viven en el sur y en lugar de ir incómodos en el bus decidieron transportarse en bici hasta El Ejido. La bici 356 quedó asegurada en esa estación, mientras los tres compañeros de trabajo partieron rumbo al sur.