La libertad no es una quimera. Tampoco es la fría estatua neoyorquina que, aunque es la primera imagen que viene a mi mente, me resulta una figura cómica y hasta grotesca. Nos han vendido una idea de libertad totalmente falseada y alejada del medio que debiera ser, y con el consumismo nos hemos deshumanizado, volviéndonos máquinas de producir. Así en la vida actual, existen diversas prisiones que coartan la libertad: barreras mentales, sociales, políticas, ideológicas, que nos atrapan.
El hombre libre es aquel que da lucha constante a las limitaciones hasta encontrar la llave que lo emancipa. La libertad existe, es real y posible. Como testimonio tenemos las luchas y revoluciones por causas justas. La libertad va más allá de decidir, pues interactuamos entre nosotros y tenemos que respetar las libertades del otro.
Como cantautor, la libertad es esencial. Cuando se limita al arte o se lo remite a lo establecido, muere. La creación requiere libertad para decir las cosas y libertad estética para manifestarse en la forma que el artista desea. La libertad es tan saludable y necesaria como el agua o la música.