El poder crear es básico en la libertad porque el proceso de diseño se basa en esa creatividad. Como diseñador, necesito hacer prototipos, experimentar, hacer maquetas… que no tienen rigidez ni límites. Los diseñadores de interiores debemos tener libertad en cuanto a forma, a mezclas de colores, de texturas…
En mi vida diaria, mi libertad implica recrearme con las ideas de mis colaboradores; que ellos me alimenten de sus vivencias. La gente que trabaja conmigo es joven, por lo que siempre estamos consultándoles y nos apoyan con nuevas técnicas.
Que todos aportemos hace que tengamos mayor riqueza porque todos tenemos voz para el desarrollo de la empresa.
El cliente o la persona que nos contrata también juega un papel importante, porque es libre de expresar sus ideas y necesidades. No somos rígidos y, más bien, estamos abiertos para conversar sin tapujos.
La ética va muy ligada a la libertad. El que podamos escoger elementos del mercado y que no sean impuestos es vital para el trabajo.