Diego Aguinsaca es uno de los fundadores de Hand Eyes, un dispositivo que puede usarse adherido al bastón, en la solapa de la camisa, en las gafas o en una gorra. Foto: Archivo EL COMERCIO
Diego Aguinsaca es un joven ingeniero de la Escuela Politécnica de las Fuerzas Armadas (Espe) que ganó la primera edición del concurso ‘Una idea para cambiar la historia’, organizado por History Channel en el 2016.
Lo hizo con el proyecto Hand Eyes, un dispositivo que puede usarse adherido al bastón, en la solapa de la camisa, en las gafas o en una gorra. Ayuda a crear mapas mentales del entorno del usuario no vidente. Su función es generar sonidos para entrenar a las personas a desarrollar su capacidad de ecolocalización a través de un escáner.
La noche del viernes 1 de noviembre del 2019, él tomó un vehículo de Cabify para dirigirse desde Tumbaco hasta su casa ubicada cerca de la Escuela Politécnica de las Fuerzas Armadas (ESPE) en Sangolquí. Se quedó dormido en el trayecto y se le cayó la billetera al interior del vehículo. Al principio, el joven creyó que no la recuperaría y tenía previsto hacer los trámites de denuncia. Sin embargo, para su sorpresa, dos días apareció el conductor en su casa para entregarle la cartera.
A continuación su historia:
“Eran las 23:00. A esa hora salí del trabajo y pedí un carro en Cabify. Apenas me subí al vehículo me encontré con un conductor que ya conocía la dirección a la que debía llevarme. Me encontraba muy cansado. Entonces, solo recliné el asiento y me quedé dormido.
Viajé muy tranquilo y el chofer me despertó. Me cobró USD 8,20 por los 20 kilómetros que recorrimos desde Tumbaco hasta Sangolquí. Al bajar se me cayó la billetera en la que guardaba mis documentos, tarjetas de crédito y USD 30. Al siguiente día me di cuenta de que perdí la cartera, lo que más me preocupaba eran mis tarjetas e identificaciones.
Dos días después, una persona timbró en mi casa en horas de la noche y se identificó como el chofer que me llevó a la casa. Me indicó que encontró la billetera y me la devolvió.
Yo estaba muy feliz. Me explicó que un día antes fue a verme a las 20:00 y no me había encontrado. El problema fue que yo llego muy tarde a casa, pasadas las 22:00. Incluso se dio unas vueltas por la casa sin localizarme.
Al segundo día, por suerte, llegué temprano y me entregó las pertenencias. Se disculpó por hurgar en la billetera, pero necesitaba conocer a quien pertenecía. Luego se acordó de mí y vino a mi casa.
Era un señor con mucha empatía. Me dijo que, de seguro, yo estaba muy preocupado denunciando la pérdida de documentos, por lo que quería entregármelos lo más pronto posible. Incluso se disculpó por devolverlos dos días después de la pérdida.
Yo le agradecí y quise darle una propina por salvarme de muchos problemas, pero él no la aceptó. Le insistí varias veces y jamás me recibió la ayuda. Me explicó que no podía porque es su deber el trabajar para la gente dando un buen servicio, devolviendo mis pertenencias.
Lo único que puedo decir es que felicito de corazón a este señor por su enorme amabilidad y empatía. De mi parte ahora estoy buscando hacer mi buena acción para contribuir”.