El Jesús del Gran Poder tiene su maquillistas

Alex Cárdenas

Alex Cárdenas

En la iglesia de San Francisco, en el Centro Histórico, el pedido de los fieles por la salud, trabajo y bienestar de la familia se intercala con los actos de penitencia en agradecimiento por los favores recibidos.

Entre el pan de oro que cubre el altar mayor, la imagen de un Cristo, es la principal depositaria de estos actos de devoción. La escultura de Jesús del Gran Poder fue tallada en madera en el siglo XVII. El padre Walter Verdezoto, superior de la Congregación Franciscana, explica que la obra es atribuida al padre Carlos, un hábil escultor de la Escuela Quiteña.

Desde una banca de madera y con las manos recogidas, Lucía Proaño inclina su cabeza ante la imagen. Ella asegura que el Jesús del Gran Poder le devolvió la salud a su sobrino Vinicio Pavón. A sus 80 años, aún lo agradece asistiendo regularmente a misa.

Hasta hace dos años, ambos caminaban junto a miles de personas en la procesión que recorre el Centro Histórico, el Viernes Santo. Este es el único día en el año en que la imagen deja su espacio en el altar. Los preparativos se inician con la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza. Son 100 voluntarios del Culto a Jesús del Gran Poder quienes se encargan de la organización de la multitudinaria procesión, que cumple 51 años.

El padre Jorge González, director del Culto, explica que los voluntarios se reúnen cada sábado para compartir un mensaje bíblico, organizar comisiones y distribuir tareas, destinadas a alistar al Jesús del Gran Poder para la procesión. También planifican la preparación de los cucuruchos y de las verónicas.

Aquí las historias de cuatro de ellos, quienes ponen una pausa en sus actividades diarias.

Restaurador

Alex Cárdenas

Su labor: cuidar los detalles de las obras

Es uno de los dos restauradores que trabajan en el convento de San Francisco. En sus 12 años de experiencia, ha participado en proyectos de conservación y restauración en San Agustín, La Compañía, El Carmen Alto, entre otros.

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Las técnicas de repujado, policromía y encarne, que se utilizaron en la Escuela Quiteña del siglo XVII, son algunos de los temas que domina Cárdenas. En el museo del convento franciscano se exponen cinco conjuntos escultóricos que representan los hechos más representativos que llevaron a la crucifixión de Jesús.

Entre los vestidos bordados en oro y plata que cubre la imagen de San Pedro, Cárdenas pule los detalles sobre  los dientes del cráneo en el cual fue modelada la cabeza de la imagen. “Según los estudios, se trata del cráneo de una mujer de 21 años”.

Su trabajo consiste en mantener las piezas de arte libres de polvo, microorganismos y otros elementos que puedan alterar su estructura. “Una vez, mientras bajaba  las imágenes para la procesión, una persona me recriminó porque no me santigüé antes de tocar la escultura”. Reconoce que las imágenes están bien cuidadas y cada vez hay más sensibilidad en los fieles.  

Cerrajero

José Chimbo

Empezó cuidando las flores en la iglesia

En un taller del convento, él trabaja en armar las  andas  sobre las cuales se  transportarán las imágenes de Jesús del Gran Poder, la Virgen de los Dolores y San Juan. Estas fueron adaptadas en el chasis de dos vehículos, hace aproximadamente 45 años, por los hermanos Juanín.

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Son impulsadas a mano y tienen un sistema básico de dirección y frenos. Quichimbo atiende una cerrajería en el sector de la Mañosca. El pasado miércoles dejó un par de horas su trabajo para ir al convento franciscano donde pulía unas láminas a los costados de las andas. Allí iba a colocar ganchos más resistentes para encajar las nuevas cortinas.

“Sé que las horas que le estoy ofreciendo al Señor, me las va a recompensar después”. Es parte del voluntariado desde hace 20 años. En los primeros años estaba encargado de cuidar las flores y accesorios que se usaban en la liturgia del Viernes Santo.

Con el paso del tiempo se empezó a involucrar en otras actividades. Para él, lo importante es colaborar y estar pendiente de todos lo detalles para que la procesión sea un éxito.  Además, es uno de los asistentes   a las reuniones de Cuaresma para hablar sobre  los valores cristianos.

Administrador

Patricio Gallardo

Él deja su negocio para ir al convento  

Este año será el encargado de guiar a unos 1 200 cucuruchos y verónicas que escoltarán a las imágenes desde el mediodía del Viernes Santo, por las calles del Centro Histórico. También colabora en la carpintería para armar las andas y la urna del Jesús del Gran Poder.
 
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El traje que vestirá consistirá en una túnica morada que cubre todo el cuerpo y una capucha del mismo color sobre su cabeza. Es un personaje que representa la conversión y austeridad del penitente. En una habitación, en el segundo piso del convento franciscano, 847 trajes y máscaras están lavados, planchados y doblados. Él es el custodio y el que está pendiente de los detalles: tallas, número de prendas, etc.

Los trajes serán distribuidos entre los devotos en la mañana del viernes. También hay feligreses que llegan a la procesión con sus propios trajes.  Gallardo es ingeniero en administración de farmacias. Tiene su propio negocio en la calle Imbabura, en el Centro. La devoción en Jesús del Gran Poder la heredó de su padre Gonzalo. Esta se fortaleció luego de que su hija mejoró de una lujación de su pierna, tras haber orado de rodillas frente a la imagen. “No ha dejado de colaborar en la procesión desde hace 17 años”.

Costurera

Mariana Cruz

Ella viene todos los años desde EE.UU.

Cuando en 1972 emprendió el viaje hacia Estados Unidos, junto con sus cuatro hijos, Mariana Cruz se encomendó a Jesús del Gran Poder. El viaje resultó sin contratiempos y ella consiguió empleo en costura y confección. Ese fue uno de los primeros favores que ella agradece.

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Regresó al país en 1980 y  se enteró  que su hermano era alcohólico. La primera vez que participó en la procesión del Viernes Santo fue para pedirle a la milagrosa imagen que le devolviera la salud a él. “Aunque le costó mucho,  ya no bebe”.  Ya han pasado 18 años desde que Cruz no falta a la tradicional procesión. Ella retorna desde EE.UU. con algunos días de anticipación para colaborar en la organización.

 “Antes pedía permiso en el trabajo para venir en la Semana Santa”. Hace ocho años se jubiló y desde entonces puede dedicar más tiempo a los preparativos. Ella está a cargo de las labores de costura. Este año confecciona las nuevas cortinas que rodearán las andas. El pasado miércoles sacó los tapices  color vino para ubicar el lugar en el que deben ir los ganchos. La noche del próximo jueves será parte de la comisión que se encargará de desmontar y preparar las imágenes hasta la madrugada del viernes.

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