El próximo sábado, siete miembros de la familia Valencia competirán en las tradicionales carreras de coches de madera. Desde hace 36 años, la construcción y calibración de estos bólidos ha estado en manos de Edmundo Valencia. Desde hace 50 años se dedica a la mecánica. Actualmente, tiene un taller en Chimbacalle.
Recuerda que para construir el primer coche, junto con su hermano René, se ‘robaron’ un tablero, que servía de base para el colchón de la cama de sus padres. “Cuando mi papá se dio cuenta, nos castigó”. René compitió en la carrera que se disputó en la inclinada la av. Las Casas, en el norte. Ese año no clasificaron, pero a los hermanos Valencia les quedó‘la pica’ de seguir compitiendo.
Dos años después, sus hermanos, Jorge y Franklin tomaron la posta. Ambos llegaron a la final que se corrió en San Roque. En la carrera, Jorge tomó la punta y, a una cuadra de la meta, en un descuido chocó su carro de madera contra la acera. El accidente involucró al segundo y tercer competidores. Al final, su hermano Franklin, que iba de último, terminó tercero. En 1995, Ricardo fue el primer Valencia que se consagró campeón.
El modelo de los coches se ha mantenido con los años. En su taller aún trabaja en la puesta a punto del coche con el que correrá su hijo Leonardo, de 13 años.
Es rojo. En el piso de madera van ancladas las llantas del mismo material, recubiertas con caucho grueso por el desgaste que tiene.
Edmundo lo coloca sobre una mesa de madera y asegura las llantas con unas vinchas metálicas que ajusta con un playo. La dirección se maneja con las piernas, y el freno, que va en el centro del vehículo, con las manos. “Los más diestros solo utilizan el freno luego de que pasan la meta”.
En 36 años, Edmundo calcula que ha construido alrededor de 40 coches. Él siempre está presente en las carreras para ver si tiene que hacer ajustes de último momento. Cuando termina de ensamblar las llantas, Leonardo empuja el coche y lo prueba en las calles de Chimbacalle.
Gabriel Panchi también se dedica a la construcción de coches de madera. Él es dueño de 20 vehículos, todos modelo 2010. Este será el segundo año que pone a competir a sus carros en las calles de Quito. El pasado jueves, sobre dos pupitres metálicos, Panchi ajustaba el perno que sostiene la llanta delantera de uno de los coches. “Tener bien engrasados los ejes es fundamental para que las piezas no se recalienten”. Una docena de estudiantes de la escuela Leopoldo Chávez, en El Tejar, lo escuchaban con atención.
Calibrada la dirección y ajustados los neumáticos, era hora de probar el vehículo. Los niños se empujaban entre sí para ganar el puesto del piloto. Quizá con el mismo entusiasmo y la ilusión con la que Panchi se subió a su primer coche. Tenía 7 años, cuando su padre, José Gabriel Panchi, lo construyó con piezas de madera. Aquel auto no compitió en ninguna carrera. Sirvió para el entretenimiento de Panchi y sus seis hermanos menores, con quienes se turnaba para recorrer los alrededores del antiguo hipódromo, en el parque La Carolina.
Cuando cursaba el quinto año de secundaria en el Colegio Normal Cardenal de la Torre, construyó su primer coche de madera. En ese entonces, la dirección era fija y las llantas de plástico. “Era para jugar. Nunca he participado en una competencia”.
La primera vez que sus coches de madera participaron en un certamen fue en Panamá. La carrera fue parte de un proyecto pedagógico para rescatar a niños en condición de riesgo. Esta semana termina la selección y entrenamiento de 60 niños de ocho escuelas de Quito que serán los pilotos y copilotos en la carrera del próximo 5 de diciembre. El descenso será por la av. De los Libertadores, desde el Museo Templo de la Patria, en el sur de Quito.
Los vehículos
Los coches de madera pesan entre 50 y 100 libras. Ese es el peso máximo permitido en las competencias.
La construcción se realiza con madera de cualquier tipo, de preferencia pesada. También se utilizan rulimanes, bocines, acero templado, etc. La fabricación puede demorar unos tres días.
En las pendientes, los vehículos pueden alcanzar velocidades de entre 60 y 85 km/h. La técnica y la destreza de los pilotos es esencial en el control del auto.
Para garantizar la seguridad se exige casco. Los materiales para un coche cuestan USD 60.