El incendio en San Luis (Puembo) cumplió su quinto día. Más de 200 personas lucharon por apagar el fuego. Bomberos, trabajadores de Pronaca y militares realizaron labores para sofocar el siniestro.
A las 12:00, parecía que el incendio cedía. El fuego se había apagado y el personal al fin podía descansar, luego de cinco días de labores ininterrumpidas. Pero a las 13:15, el fuego se reactivo.
El viento y el sol del sector encendieron dos pequeños focos que ya fueron apagados. El trabajo empezó de nuevo. Desde los alrededores de los galpones de Pronaca se escuchaba: “!Fuego fuego!, traigan el agua antes de que se haga más grande”, “Prendan la bomba de agua”, “Vengan, otra vez se prendió”, entre otras.
30 trabajadores de la empresa corrían. Con baldes, machetes, palas y azadones intentaban combatir el fuego, para evitar que se propague. Su esfuerzo fue en vano. Un fuerte viento hizo que rápidamente 10 metros de matorrales se consuman.
Todo, mientras los militares y otros trabajadores conectaban la manguera a uno de los galpones. Pero la fuerza del agua no era suficiente para apagar el siniestro. Como apoyo llegó una retro excavadora, para botar tierra sobre el fuego.
300 metros más allá, el cuerpo de bomberos con los tanqueros de la Empresa Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas y de la Empresa Metropolitana de Agua Potable, luchaban por sofocar el incendio en la parte baja de la montaña.
Los esfuerzos se repetían en otro sector de la colina. En la quebrada del Guambi (200 mts. de profundidad), 30 militares apagaban manualmente los focos que quedaban en el barranco. Con machete y ramas, los soldados, de la Primera División del Eplicachima raspaban toda la vegetación seca que podía quemarse. Además, sofocaban focos menores que aún estaban con fuego.