La madrugada de ayer, un incendio consumió los hoteles Reina del Cisne y Santo Domingo, en el Centro Histórico de Quito. Aproximadamente a las 05:00, el fuego se inició en el tercer piso de los edificios. Aún se desconocen las causas. “Estábamos dormidos, cuando escuchamos las alarmas y salimos hacia la calle”, relató David de la Torre, hijo del propietario del Hotel Santo Domingo. Prefirió no dar más declaraciones.
En el Hotel Juana de Arco, junto a los afectados, descansaban Patricia Pacheco, de Buenos Aires, y Marta Vila y Jordi Farres, de Barcelona. Gritos y explosiones los despertaron. Un empleado del lugar les pidió que salieran, porque la situación era de riesgo. “Cuando salimos nos quedamos impactados, porque había llamas por todos lados, gente desesperada y bomberos”, relató Pacheco.Según el Cuerpo de Bomberos, el fuego consumió en su totalidad el tercer piso de las dos viviendas patrimoniales, ubicadas en el sector de Santo Domingo.
Fernando Ordóñez, primer jefe del Cuerpo de Bomberos, dijo que por el fuego colapsó el tercer piso. La planta baja quedó destruida por la caída de escombros y la filtración del agua.
Desde las ventanas se observó las pocas vigas de madera que quedaron en pie. Hasta las 10:30 aún salía humo del lugar.
Cinco locales comerciales de la planta baja de los dos hoteles resultaron seriamente afectados. Uno de ellos fue la casa naturista Cristian. Omar Párraga, su propietario, evacuó el mobiliario y los productos junto con sus familiares. Las vitrinas del local, que funciona ahí desde hace 10 años, tenían los vidrios rotos y estaban llenas de agua y de lodo.
Su nuera, Mónica Velasteguí, lamentó la pérdida de la mercancía. La mayoría quedó inservible. “Vamos a llevar las cosas a la casa, para ver qué hacemos”, dijo, mientras lloraba.
En el local vecino, Junior Paredes, propietario de la panadería Dulce Tentación, sacaba a la vereda una amasadora, sillas, mesas. tazones, bolillos, tablas y otros enseres. El pan, las pastas y los dulces que tenía en las vitrinas los arrojó a la basura. El local estuvo inundado. Ordóñez dijo que la evacuación de los bienes era obligatoria, porque existía el riesgo de un colapso del techo y del segundo piso, por la humedad que se acumuló al apagar el incendio.
Mientras los afectados sacaban sus bienes, miembros de las policías Nacional y Metropolitana custodiaban los locales, para evitar robos. En la Casa de los Mil Deportes ayudaron a sacar la ropa y apilarla en sacos de yute.
La Policía impedía el paso de los curiosos. El área fue acordonada con cinta amarilla, y se prohibió el paso del trolebús. Los bomberos atendieron a cinco personas, una de ellas se fracturó el tobillo al intentar salir del edificio y los otros tenían lesiones menores.
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