Yo descubrí que uno puede tener libertad cuando primero se ha dado cuenta de que no es libre. Ahí empieza el proceso, que dura toda la vida.
Solo entonces empiezas a vivir en paz contigo mismo, porque comienzas a vivir un mundo totalmente distinto.
Por lo general uno tiene muchas ataduras, que se manifiestan como reacciones violentas, por ejemplo. Eso no te deja ser libre. Son tantas las restricciones e imposibilidades que encontramos en el camino, pero que solo están en nuestra mente.
Hasta que una persona no se dé cuenta de eso, no podrá ser libre.
Yo creo que el principal objetivo de la libertad es tener paz interior. Para mí eso se traduce en tener tiempo para dárselo a otra persona y dármelo a mí mismo; tener unas dos o tres horas para almorzar bien con una persona a la que quieres, ver en la televisión algo que te gusta o dedicarte a tu ‘hobby’. Darte ese tiempo es libertad.
Los prejuicios que tenemos son los que casi siempre nos impiden hacer lo que queremos; ideas y complejos heredados por el sistema.