La movilidad es esencial para la vida y para el universo mismo. Y la vida siempre se mueve en la dirección de crear más. Esa constatación se expresa también en los derechos humanos que consagran esa libertad para moverse o mantenernos donde queramos.
Lo lamentable es que esa libertad está condicionada por limitaciones internas y externas. A veces somos esclavos de nuestros miedos y decidimos permanecer cuando debiéramos movernos, en otras ocasiones salimos corriendo cuando deberíamos quedarnos. Además, los Estados limitan esa capacidad de movimiento y nos expulsan de dónde no queremos salir.
Creo que la lucha por vivir la libertad es conseguir un mundo que reconozca y garantice los derechos a la libre movilidad, pero también a quedarse. Tener la madurez y el conocimiento para saber si le conviene moverse o quedarse.
Para sentirme libre, yo he tratado de ser fiel a mi conciencia y de ahí construir decisiones libres. Además de moverme en la medida en que mi movimiento me beneficie a mí y a los demás.