En el Hotel Patio Andaluz se clasifica la basura y se la entrega a gestores ambientales. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO
Los batidos, cocteles y gaseosas ya no se sirven con sorbete en el Hotel Patio Andaluz, en el Centro Histórico de Quito. En las 32 habitaciones de la elegante casona donde funciona este establecimiento hay letreros que inducen al visitante a no usar plásticos y a no desperdiciar el agua ni la luz.
A inicios de mes, Norman Bock, presidente ejecutivo de Hoteles Quito Metropolitano, al que pertenecen los 30 hoteles más grandes y de lujo de la capital (con más de 4 000 habitaciones), anunció que la industria hotelera se sumaba a la iniciativa de reducir el consumo de plásticos. En la capital hay 668 plazas hoteleras, y el 70% de las habitaciones está en las grandes cadenas representadas por Bock.
El anuncio se hizo tomando en cuenta que en el momento se alista en el Concejo Metropolitano una ordenanza, propuesta por el concejal Patricio Ubidia, para prohibir el uso de plásticos en establecimientos comerciales de la ciudad. Paralelamente, la Secretaría de Ambiente lanzó la campaña Sin sorbete por favor, que por ahora tiene el respaldo de 50 locales ubicados en La Floresta y La Mariscal.
El Hotel Patio Andaluz es un ejemplo de la lucha por disminuir el consumo de plásticos. Tiene la certificación internacional Rainforest Alliance, gracias a sus buenas prácticas ambientales.
Patricio Guerrero, gerente de Operaciones, dice que en este hotel todos los desechos se clasifican y los plásticos que se generan son entregados a gestores ambientales calificados, para dar una segunda vida al desecho y elaborar materia prima; ellos reciben el material dos veces a la semana . En cada una se entregan al menos unas 80 botellas plásticas.
Bock explica que como parte del primer paso de la industria hotelera, en las convenciones y seminarios no sirven el agua en botellas plásticas sino en jarras de vidrio. Otros hoteles se han sumado a no dar sorbetes, como Sheraton, JW Marriott y San José de Puembo. En los establecimientos que están empezando a darle la contra al plástico ya no se colocan botellas de agua en las habitaciones sino jarras.
Según Bock, el grave problema ambiental se afronta con resoluciones como esta, es decir, dejar de usar el plástico. No obstante, advierte que no se puede hacer de la noche a la mañana, ya que no es un tema solo de hoteles sino que los productores y proveedores deben tener opciones distintas de reemplazo del plástico. Es la cadena completa la que debe ser partícipe del cambio.
Bock reconoce que la industria utiliza varias toneladas al día de bolsas plásticas, por ejemplo para sacar la basura, para llevar las prendas a la lavandería, pero aclara que cada hotel tiene sus propios procesos de reciclaje. Incluso, hay hoteles que llevan toallas o ropa de lavar en bolsas de tela.
El Hotel Wyndham, en Tababela, que recibe al mes 4 000 huéspedes, también se unió a la campaña de Hoteles Quito Metropolitano. Andrés Pachano, gerente de la Unidad de Negocios, asegura que están comprometidos a apoyar. Ellos tampoco entregan sorbetes a menos de que el cliente lo solicite. Si lo hacen, se utilizan sorbetes biodegradables. La inversión que el hotel hace es grande, asegura Pachano, ya que el sorbete amigable con el ambiente cuesta siete veces más que uno normal.
En la capital se producen más de 2 200 toneladas de desechos sólidos cada día, de ellas 277 son plásticos. Con el programa municipal de recolección diferenciada de residuos y los centros de educación y gestión ambiental se recuperaron 227,80 toneladas de plástico durante todo el 2017.
Para Diego Hurtado, catedrático de urbanismo de la Universidad Central, el tener apoyo de la industria hotelera es un gran paso, ya que estas medidas usualmente no son bien aceptadas. Lo ideal, dice, es conseguir más respaldos y desarrollar campañas también en las escuelas y en los barrios. Motivar a la gente a tomar conciencia.
Según el INEC, en el 2015 el 19% de la población del país depositó los plásticos con la basura común. Pero en el 2017 ese porcentaje subió al 21,6%.
En la encuesta también se revelan datos sobre el tipo de bolsas utilizadas por los hogares para realizar compras. En el 2014, por ejemplo, el 75% de los hogares usaba bolsas plásticas o desechables. Tres años después, la cifra aumentó al 78,9%. Solo en la región Insular el 87% de las personas prefieren usar bolsas de tela o de otro material en lugar de plástico.
Armando Caicedo, activista ambiental, asegura que son necesarias medidas más drásticas, como las tomadas en Holanda, donde la persona que usa fundas plásticas paga un impuesto. Sostiene que solo cuando se le toca el bolsillo a la gente empieza a esforzarse por cambiar de hábitos.