Los 11 000 libros están dispuestos en estantes de madera bien lacada. El Archivo Metropolitano de Historia ocupa dos pisos y está ubicado en el parque de La Circasiana, entre las avenidas Colón y 10 de Agosto. En cada sección, el visitante puede encontrar verdaderas joyas que recogen la historia de Quito. Una de esas joyas está, bien protegida, en una vitrina con marco de madera tallada. Se trata del primer libro de actas de la ciudad franciscana.
En hojas amarillentas y gruesas, algunas con las esquinas incompletas, está escrito que el Cabildo se instaló por primera vez el 6 de diciembre de 1534.
En el pie del documento consta la firma de Sebastián de Benalcázar (tres líneas verticales, unidas con una horizontal). En uno de los párrafos se lee que “por órdenes de Diego de Almagro, fundador de la Villa de San Francisco, Sebastián de Benalcázar instala el primer Cabildo…”.
También están registrados los nombres de los 24 primeros vecinos de Quito. Para el historiador Juan Paz y Miño, cronista de la ciudad y encargado del archivo, toda la información de ese libro está escrita en castellano antiguo, característico por sus rasgos largos. La portada es de madera, con un altorrelieve de la iglesia de San Francisco, de autoría del artista Neptalí Martínez.
Otro documento de mucha importancia histórica es el título original, con el cual se le da a Quito la categoría de ciudad. En la parte superior está pintado el primer Escudo de Armas, que tiene en el centro un castillo, levantado sobre la cima de dos montañas. Resaltan los colores azul, verde y café. La figura está acompañada de una descripción sobre lo que representa cada elemento.
Desde la puerta de entrada a la biblioteca se observan dos mesas de madera con forma rectangular. En cada una hay tres lámparas, con apariencia de antiguas. El pasado jueves en la mañana, las ocho sillas dispuestas estaban desocupadas.
El archivo no está abierto para el público en general. A los documentos solo tienen acceso investigadores. Al levantar la vista, una pintura de Federico González Suárez capta la atención.
Paz y Miño cuenta que antes, allí colgaba una imagen de Jacinto Jijón y Caamaño. Él fue dueño de todo el complejo de La Circasiana, donde ahora funcionan las oficinas del Archivo Metropolitano de Historia y el Instituto Nacional de Patrimonio.
En la parte delantera hay un parque recién remodelado. El jueves, Miguel Erazo permanecía sentado en una de las sillas. Esperaba a su hermano, quien realizaba un trámite en el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, cerca de allí.
“No he sabido que en esa casa guardan los documentos de la historia de Quito”, comenta. En este año empezará la digitalización de las actas del Cabildo, de los informes de obras de cada período y de las inversiones que ha realizado el Municipio. El registro data de los siglos XVI, XVII, XVIII y IX. Para Paz y Miño, el propósito es abrir la biblioteca de la ciudad.
Documentos únicos. El título de la ciudad y los libros de actas
Escrito a mano. El título original, enviado desde España, con el caula se eleva a Quito a categoría de ciudad, permanece guardado en un anaquel especial.
Las primeras actas del Cabildo. El primero y el segundo libros de actas del Cabildo quiteño tienen una portada de madera con altorrelieve, del artista Neptalí Martínez Jaramillo.
El Escudo de Armas. La realeza española hace una descripción de cada uno de los elementos que ocupan el Escudo de Armas de la ciudad.
La Carta Magna. En una urna también reposa una réplica en metal y bronce repujado de la Primera Constitución del Ecuador de 1830, cuyas páginas fueron elaboradas en láminas de latón.