Entrevista del día. Marco Córdova. Investigador y profesor del área de estudios de la ciudad de la Flacso.
Los comerciantes informales regresaron al Centro Histórico, también es más evidente la delincuencia y la prostitución. ¿Cómo evalúa su situación actual?
El de Quito, en la misma lógica de otros centros de Latinoamérica y de la región, se debate entre una disyuntiva entre una política pública de recuperación versus una dinámica de informalidad, sobre la cual están el comercio informal, algunos tipos de delincuencia y una degradación en temas medioambientales. A finales de los ochenta e inicios de los noventa se conformó el Fondo de Salvamento y se implementaron políticas, en inicio, de carácter monumental. Luego cambiaron a algo integral y sustentable.
¿Desde esa época ha habido un cambio en el centro?
Todavía coexiste esta lógica. Tiene actividades de gestión y comerciales, que de alguna manera hacen que se mantenga como una centralidad urbana importante. Abastece de alguna forma al sur, en cuanto a servicios, y al norte, en cuanto a comercio. La política de limpiar, entre comillas, esa degradación que generó la tugurización del Centro Histórico en los setenta y ochenta, no necesariamente ha logrado controlar eso. La razón: se enfocó en un concepto de patrimonio cerrado en el objeto arquitectónico, en el espacio público y físico, dejando de lado otro tipo de procesos sociales, culturales y económicos.
¿Cómo lograr un equilibrio entre las dinámicas sociales y el control a la informalidad, sin afectar al turismo?
Hace un par de décadas, el turismo aparecía como una estrategia que podía dotar a los centros históricos de sustentabilidad en la rehabilitación, que es costosa. La política de los noventa y, sobre todo en el período de Moncayo, se enfocaba en consolidar el centro como un destino turístico mundial, con la recuperación del espacio público, el circuito cultural alrededor de museos, el incentivo para que la empresa privada implante hoteles cinco estrellas, restaurantes gourmet, etc. Apuntaba a generar un espacio turístico de alta calidad, pero no necesariamente generó resultados.
¿Por qué?
El turismo internacional no es el de mayor afluencia. Por el contrario, ha sido el nacional el que más ha acudido al centro. Hay otro tipo de servicios que no estaba en los planes de este gran proyecto, como hostales, cafeterías más modestas o el mismo comercio informal. La política del turismo que quería mostrar un centro muy limpio, sin prostitución, sin delincuencia, con un circuito cultural sofisticado, etc., no ha generado los resultados esperados a mediano y largo plazos y ese me parece que es un motivo para repensar el centro a futuro. El turismo es un potenciador y una estrategia de sustentabilidad, pero también puede ser perjudicial.
¿Cómo se puede buscar una alternativa al problema y mejorar la convivencia?
Estos sitios van perdiendo un poco su centralidad. En la medida en que un Centro Histórico empieza a tener un uso homogéneo de solo turismo o solo cultura, por ejemplo, pierde la diversidad de usos y el sentido. Ocurre en el de Cartagena, por ejemplo, que es totalmente turístico. Ya casi no es un espacio urbano, sino un parque temático. A las 16:00 se abren los negocios y a las 03:00 se cierran. Ya no es parte de la ciudad viva, si no de una ciudad algo artificial. Se está entendiendo ahora que la mejor política para recuperar las centralidades históricas y que sigan manteniendo su esencia de centralidad urbana es justamente la pluralidad de usos.
Pero en Quito aún es así.
Sí. Todavía mantiene un poder político en términos de gestión. Están todavía los gobiernos nacional y local. Tiene una infraestructura de servicios en educación y salud, por ejemplo. Ha generado una nueva especialidad por el circuito cultural de museos. Hay un potencial ahí, porque aún es heterogéneo. Hay que evitar que se pierda esa heterogeneidad y que se convierta en un centro temático-museo abandonado.
¿Qué se debería hacer para evitar que eso ocurra?
La vivienda es básica, porque es la que más externalidades positivas genera. Los centros históricos han tenido un proceso de despoblamiento. En Quito, en la década pasada especialmente, se habla de que se perdió entre un 40 y 45% de población y vivienda, como infraestructura. Las políticas deberían incentivar un repoblamiento, pero no como gentrificación, que es generar una vivienda de alto nivel para que determinado segmento de la población regrese al centro, sino más bien una política de vivienda en relación a la realidad de esa centralidad.
¿Qué ha pasado hasta hoy?
Se ha generado una vivienda que ha excluido a los habitantes del sector, porque no han podido costear la recuperación o la plusvalía ya no les permite seguir ahí como arrendatarios ni como dueños. No ha habido una política enmarcada en la realidad específica de la centralidad y que a la larga podría articular las dinámicas sociales y culturales. Hay zonas residenciales en la Mama Cuchara o San Marcos, pero en constante pugna con la dinámica que busca recambiar el uso. Hay que buscar equilibrio. La idea de sacar al Palacio de Gobierno dejaría un vacío simbólico importante.
¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. Es profesor e investigador de la Flacso, en las líneas de desarrollo urbano, gobierno de la ciudad, seguridad ciudadana y otros.
Su punto de vista. Se puede impulsar la vivienda en el Centro Histórico. Eso lo mantendría vivo y evitaría que se convierta en un parque temático abandonado.