Guayllabamba celebra sus 150 años

En el barrio La Merced. El grupo de danzantes de San Vicente Alto bailan un ritmo andino durante el desfile de la Confraternidad por las fiestas de parroquialización.

Al cumplir 150 años de fundación, la parroquia de Guayllabamba ofreció un colorido desfile a los vecinos y turistas. En la mañana de ayer, animadas coreografías, personajes andinos y carros alegóricos recorrieron la avenida principal del barrio La Merced.
La Reina cantonal, un representante de la Policía y el Presidente de la Junta Parroquial de Guayllabamba aplaudían desde la tribuna instalada en la principal vía de acceso a la parroquia.
Gonzalo Pazmiño, presidente de la junta parroquial, aseguró que la fiesta continuará durante esta semana. Comentó que la parroquia tiene una tradición taurina. Por eso, las corridas de toros serán uno de los principales programas, en el barrio La Concepción. El 28 de mayo a las 10:00 habrá una exposición artística en el parque del barrio La Merced, allí la entrada es libre. “La idea es mostrar a los habitantes y visitantes el talento que existe en nuestra parroquia”, añadió Pazmiño.
Ese día, a las 14:00 también habrá pelea de gallos en el barrio Pichincha. Las festividades culminarán el 29 de mayo con un desfile cívico que se iniciará en el barrio La Merced y terminará en el barrio Santa Ana.
En el desfile participaron cerca de 1 000 personas que pertenecen a 40 instituciones entre públicas y privadas. Este año, los motivos de los carros alegóricos resaltaban la producción de la parroquia. Uno de los vehículos tenía un árbol de 4 m de altura elaborado en su totalidad con naranjas, limones y aguacates. Una de las personas integrantes de esa comparsa, Amanda Ríos, explicó que ese cantón, por su clima, es rico en variedad de frutas y vegetales.
Sobre todo en aguacates, que acompañan a uno de los platos más tradicionales: el locro. “Por ello, nuestro carro tiene un árbol construido en su mayoría con esa fruta”. Al final del desfile, Ríos y sus compañeros repartieron los limones, naranjas y aguacates a los espectadores.
Tres comparsas más atrás, los chagras danzaban al ritmo de la música andina que sonaba en un parlante instalado en un vehículo. Ellos vestían zamarros y tenían sombreros con cintas de colores.
Ramiro Casas, uno de ellos, explicó que su atuendo es parte de una tradición ecuatoriana que viene desde la época de la colonia. Confesó que desde pequeño se suma a estos desfiles, porque siente orgullo por la parroquia.
A través del micrófono, el animador saludaba a los visitantes de otras parroquias y ciudades. Eso animaba a los turistas, que respondían con aplausos y gritos.
Carolina Mendoza levantó la mano con muchos ánimos. Esta quiteña se enteró de las fiestas por la prensa. Por ello se animó a visitar este lugar en sus fiestas. “Los domingos voy al cine o a comer algo en un centro comercial. Esta vez me animé a compartir la tradición de mi país”, aseguró.
Algo similar manifestóÁlvaro Martínez, quien vive en el norte de Quito, y supo por redes sociales que habría esta festividad.
Carmelina Soria es habitante del barrio Pichincha y aprovechaba para vender sombreros. El sol fue su aliado, porque las personas buscaban cómo protegerse. Durante la mañana de ayer vendió cerca de 40 sombreros, cada uno a USD 2. “Las fiestas además de diversión ofrecen oportunidad de negocio”, acotó.