Las 120 familias que viven en 94 lotes de La Forestal IV tuvieron ayer un día difícil. Debían abandonar sus casas lo más pronto posible, por el riesgo de vivir al borde del talud, en la av. Simón Bolívar.
Primero se dedicaron a empacar su ropa, vajillas, electrodomésticos y otros enseres, para poder salir de las casas acordonadas con una cinta amarilla que advierte el peligro. Unos pequeños letreros con la frase “zona de amenaza de deslizamiento” complementan la señalización en el sitio.Luego, los vecinos sacaron lo que podían de la infraestructura de sus casas con martillos, picos, cinceles. Apilaban puertas, rejas, ventanas, láminas de cinc y tejas en la vereda. Unos se alistaban para ir a casas o cuartos de arriendo. Otros, a albergues.
Segundo Medina solo esperaba que le entregaran los USD 200 para pagar el primer mes de arriendo de un cuarto en una casa segura que encontró cerca. Él tiene un carné de discapacidad, por la lesión de su mano, causada por un profundo corte con machete. Es obrero de una empresa que trabaja para el Municipio, pero también entiende de jardinería.
Vive en La Forestal IV desde hace seis años, gracias a que un amigo le cedió un par de cuartos independientes para él. Ayer estaba listo para salir solo y su amigo se preparaba para salir con su familia y los productos que ofrecía en su pequeña tienda. Además de perder su casa, esta familia se quedó sin una fuente de ingresos.
A lo largo de la extensa calle La Sofía, en donde se realizaba la evacuación, había camiones del Ejército. El cabo primero Franco Fernández trabajó en la zona desde el lunes, cuando la salida de los habitantes se volvió urgente.
Fernández pertenece a la Brigada Patria. Unos 45 hombres en la mañana y otros 45 en la noche vigilan el área y colaboran con la mudanza. Se han dividido en patrullas de cinco efectivos por cada nueve casas. También cuentan con conscriptos que vinieron del Fuerte Militar de Machachi y con grupos de voluntarios.
Su patrulla ayudaba a una familia que salió del lote 46 hacia un departamento en el sector de El Ejido. Se quedarán incluso cuando la evacuación haya terminado, para evitar que la gente vuelva.
El alcalde Augusto Barrera entregó ayer el dinero para el arriendo a los vecinos que aún no lo habían recibido. La guayaquileña María Teresa Rivadeneira, del lote 35, le agradeció por la ayuda y entre lágrimas le contó cómo había logrado pasar de una pequeña covacha a “una casita de cemento bien parada”. Estaba tan triste por tener que abandonarla que luego de la visita de Barrera se desmayó. Personal del Ministerio de Salud y del Cuerpo de Bomberos la atendieron.
La Administración Eloy Alfaro entregó el dinero casa por casa, para evitar que personas ajenas se aprovecharan. También porque en caso de predios arrendados, el beneficiario es quien vive en la casa y no quien la alquiló, porque son terrenos del Municipio.
Laura Rosero ayudaba en la mudanza a la familia de Rivadeneira. Estaba apenada por la partida de su amiga, pero también preocupada. “Da miedo lo que vaya a pasar, porque antes que haya estas casas había violaciones, venían a desmantelar carros o a drogarse. Esto otra vez va a quedar botado”.