Los fines de semana son críticos en Quito por las fiestas clandestinas y por el alto consumo de licor

Autoridades intervinieron en una cancha deportiva ubicada en la Lucha de los Pobres, al sur, el sábado. Foto: Cortesía Intendencia de Pichincha

Autoridades intervinieron en una cancha deportiva ubicada en la Lucha de los Pobres, al sur, el sábado. Foto: Cortesía Intendencia de Pichincha

Autoridades intervinieron en una cancha deportiva ubicada en la Lucha de los Pobres, al sur, el sábado. Foto: Cortesía Intendencia de Pichincha

Hubo orquesta, bebidas alcohólicas, comida y cerca de 500 asistentes vestidos con ropa formal que se reunieron bajo una carpa, alrededor de la tarima, para disfrutar el concierto.

Pese a la pandemia, a la saturación del Sistema de Salud Pública y a las muertes, en Solanda, una de las parroquias del sur de Quito con mayor número de casos de covid-19, se realizó una fiesta el sábado 13 de marzo del 2021.

Esa fue una de las 290 celebraciones clandestinas que las autoridades suspendieron durante el último fin de semana, entre el 12 y 14 de marzo, en el Distrito Metropolitano.

Y el fin de semana previo hubo 78, lo cual implicó un incremento de más del 300%. Cristian Paredes, subintendente de Pichincha, informó que el último fin de semana fue el más crítico en lo que va de la pandemia en cuanto a desobediencia civil.

“Notamos un relajamiento por parte de la gente pese a que está colapsado el tema sanitario”, manifestó César Díaz, secretario de Seguridad y presidente del COE Metropolitano.

En la fiesta organizada en el sur, ni hombres ni mujeres ni niños utilizaban mascarilla. Otras personas libaban, se abrazaban y cantaban.

A las 23:50, llegó personal de la Policía, Intendencia y la Agencia Metropolitana de Control (AMC) para pedir que desalojen y evitar aglomeraciones. Les advirtieron que la emergencia sanitaria del coronavirus continúa y que deben respetar las normas de bioseguridad.

Otras intervenciones se desplegaron en La Argelia, también en el sur. 100 personas fueron desalojadas de un bautizo. La misma cantidad de gente se encontraba en una cancha de ecuavóley en donde nadie respetaba los distanciamientos.

De igual forma, una fiesta clandestina con decenas de jóvenes fue suspendida en Chillogallo (sur). Las autoridades informaron que hubo alteraciones del orden, personas en estado de embriaguez e incumplimientos de las medidas sanitarias. En el lugar se decomisaron más de cinco jabas de cerveza.

Para Juan Zapata, director del ECU 911, la gente le ha perdido el miedo al coronavirus pese al incremento de casos: “La semana pasada teníamos a 67 personas que esperaban por una cama en las Unidades de Cuidados Intensivos, ahora son 70. Eso es resultado de las incivilidades”.

Añadió que las reuniones clandestinas y libadores se multiplican los fines de semana en la capital. Cifras de esa entidad muestran que desde el 1 de enero hasta el 14 de marzo se reportaron 1 025 alertas relacionadas a fiestas. De ellas, 999 se organizaron en casas, algunas con presencia de niños.

Zapata advierte que el número de libadores también va en aumento. “Todos los lunes nos reunimos en el COE y vemos que cada fin de semana es más grave que el anterior”.

Otro problema son las agresiones físicas a los funcionarios de control.
Según datos de la Intendencia, ocho comisarios han sido víctimas desde que comenzó la pandemia en Pichincha.

El último fin de semana, la Comisaria del distrito Los Chillos fue jaloneada por varias personas. Incluso trataron de retenerla, indicó el subintendente Paredes.

Asimismo, 31 policías y cuatro agentes metropolitanos fueron atacados durante operativos desde enero. Los uniformados cuentan que mucha gente ahora no obedece las normas de bioseguridad, los insultan y desafían en los controles.

Édgar Reina es terapeuta del centro psicológico integral Serviterapias. Cuenta que la causa de ese comportamiento se debe a que los ciudadanos se han cansado de permanecer confinados.

“El don más preciado es la libertad. Ya no toleran que el virus les restrinja en sus pasatiempos. Para huir del estrés salen de casa”.

A esto se suma que la falta de libertad fomenta la agresividad, la cual, según la psicóloga Leisa Zambrano, se refuerza cuando hay consumo de bebidas alcohólicas o drogas.

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