Antes de la emergencia sanitaria del covid-19, la gente podía permanecer en los bares, karaokes y discotecas hasta las 02:00. Ingresaba a los locales en grupos de hasta 15 amigos, interactuaba con desconocidos de otras mesas y solía compartir los vasos o tomaba del mismo pico de las botellas.
Juntaban las espaldas al bailar y se tomaban las manos. Las parejas se besaban en la pista de baile con total normalidad. Otros se abrazaban mientras cantaban en los karaokes…
Ahora, esas dinámicas han cambiado con las nuevas reglas que el Municipio de Quito estableció dentro del plan piloto para la reactivación económica de los centros de diversión nocturna. De los cerca de 1 000 establecimientos que hay en la capital, 99 pueden abrir desde el 8 de septiembre.
La noche del pasado jueves, cientos de jóvenes ansiosos por salir a divertirse tras permanecer más de un año y medio bajo confinamiento acudieron a los locales que forman parte del proyecto y se ubican en diferentes zonas de la urbe.
Como no solía ocurrir antes, a las 19:00, ya había clientes. Eso se debe a que el horario de funcionamiento cambió.
Solo pueden abrir de 16:00 a 23:00 de lunes a jueves. Los viernes, sábados y feriados se extiende hasta la medianoche.
En la Plaza Foch, los bares y discotecas se encontraban completamente llenos con el 30% de aforo, pese a no ser fin de semana. “Con cinco amigos compartimos una mesa dentro de un bar, pero los administradores nos sacaron porque nos aglomeramos. Vamos media hora buscando otro sitio, pero no nos dejan pasar”, contó Ricardo Suárez, de 25 años.
Los jóvenes están conscientes de que es tiempo de adaptarse a una nueva normalidad con nuevas reglas para farrear. “No podemos quedarnos hasta tarde y vemos que en los locales nos proporcionan gel y alcohol. En lo personal, la seguridad es lo primero que busco cuando ingreso a uno”, dijo Tyron Pozo, de 22 años.
En la puerta de la discoteca y karaoke Extreme Club, un guardia tomaba la temperatura y anotaba los nombres completos de cada cliente con su número de cédula, lo que antes jamás ocurría. Ahora, se les solicita el carné de vacunación.
En cada mesa no pueden sentarse más de cuatro personas y las bebidas se consumen solo en vasos biodegradables negros, blancos, azules, amarillos, celestes y rojos. Su propietario, Julio Huilcapi, contó que con eso se busca que cada cliente sepa cuál es el suyo.
Otra novedad es que se implementaron sistemas de ventilación en cada local. En el caso de Extreme Club, se instalaron equipos mecánicos de inyección y extracción de aire.
La música es la misma que solía ponerse en marzo del año pasado. En los locales se pone reguetón y los bailables de siempre, contó el ‘disc jockey’ Andrés Ullauri. La razón es que no ha habido nuevos hits durante la pandemia.
Otra regla de oro: las parejas no pueden besarse. “Antes se lo podía hacer, pero ahora hay mucho riesgo por el coronavirus y es mejor evitarlo”, manifestó César Noble, quien salió a divertirse con sus amigos.
En los centros nocturnos se colocaron pequeños carteles y señalética sobre el piso para marcar la distancia. Carol Peña, administradora de Malibú, en la av. De los Shyris, contó que los clientes no pueden permanecer más de tres horas en el local y que a veces se enojan cuando les piden que se marchen, pero lo hacen.
Sin carné de vacunación, no entran, por eso Jonathan Vega guardó su certificado en la billetera antes de salir con su enamorada, Margarita Serrano. Ella aseguró que así como los centros de diversión se esmeran por aplicar normas de bioseguridad, los usuarios igual deben preocuparse en utilizar la mascarilla al interior de los centros nocturnos.
Martha Guerrero, presidenta de Bares, Discotecas, Karaokes y Asociados de Quito, contó que la apertura es el resultado de una larga negociación en la que el Cabildo tenía exigencias que los locales se comprometieron a cumplir. Pidió cooperación a la gente.
El Municipio advirtió que si hay irrespetos, habrá multas. Las autoridades hicieron un llamado a los jóvenes a que disfruten con responsabilidad, para que no se repita un patrón similar al vivido hace cien años, cuando se mitigó otra gran pandemia: la gripe española. Entonces hubo una explosión social y sexual tras el levantamiento de las restricciones. Hubo excesos e irrespetos. De llegar a ocurrir eso en las actuales condiciones en Quito, podrían dispararse los contagios, y las muertes.