Nicole Báez se dirige al dormitorio de sus padres y los despierta, a las 05:30. “Es hora de levantarse”, decía mientras el suboficial Juan Báez se desperezaba al iniciar el día. Nicole tiene síndrome de Down y debe ir a su escuela. Entra a las 09:00, vive por Solanda, en el sur.
El militar de 48 años le preparó el desayuno, la aseó y la vistió. A las 07:30 del jueves pasado, salieron desde la casa en su vehículo. Durante el recorrido, Nicole disfrutó el paisaje citadino, miró los autos y los edificios, el tráfico no le importó.Llegó al Centro Infantil Aprendiendo a Vivir, a las 08:45. Ahí se encontró con sus amigos de curso. Ella tiene 5 años y desde los tres meses estudia ahí.
En abril de 1985, María Teresa Donoso (1984-1985) reunió a las ex reinas de Quito con el fin de potencializar su ayuda social.
En un pequeño salón del Hotel Colón se reencontraron 10 ex reinas, “conversamos y nos pareció una buena idea crear una fundación de ayudad social”, recordó Báez.
Desde ese momento, nació oficialmente la Fundación Reina de Quito. Actualmente tiene dos proyectos sociales. El Centro Infantil Aprendiendo a Vivir y las ayudas puntuales en salud.
El primero es un sitio especializado en la inclusión de niños con síndrome de Down y fue credo en 1998. En un principio, se trataban todas las discapacidades y desde el 2000 se especializó en el tratamiento de niños con síndrome de Down, desde los 15 días de nacidos hasta que entran en un proceso de educación regular a los cinco años. Actualmente trabajan 14 terapistas profesionales que han sido reconocidas.
Sofía Arteta (1994–1995), directora de la Fundación, aseguró que en el Centro se brinda atención psicológica, médica, terapias de lenguaje, terapia ocupacional, lectoescritura, hipoterapia (caballos), hidroterapia y salidas de inclusión. “Es un proceso completo para que los niños entren a un proceso de educación regular”, aseguró. Actualmente hay 108 niños y, desde que se inauguró, 300 infantes se han beneficiado.
Luisito Calahorrano es uno de ellos, lo conocen por ser el más cariñoso y juguetón del grupo. A las 13:00, su madre Elena Flores lo va a recoger. Le espera un largo camino, vive en Carapungo.
Para ella esta es una tremenda ayuda porque “al principio una no sabe qué hacer, es como si el mundo se viniera encima”. Lo que más valora es la ayuda psicológica que le brindan y el hecho de estar relacionado con otros niños y padres.
María Teresa Donoso recuerda que durante los 10 primeros años se reunían en las casas. Sin embargo, “nos dimos cuenta que necesitábamos una oficina”, comentó Donoso.
Hace 15 años, durante la alcaldía de Jamil Mahuad, se les donó el terreno de 600 m² ubicado en las calles Iñaquito y Villalengua. “Conforme fue pasando el tiempo fuimos creciendo y teniendo más beneficiados”, dijo.
Otro de los proyectos que maneja la Fundación es la ayuda puntual en salud. Rocío Avilés (1969 – 1970) es la encargada y explicó que ahí se ayuda a personas con diversos problemas de salud que acuden para que se les facilite medicinas y prótesis. Se atiende un promedio de ocho casos por semana y durante el año unas 400 personas, aproximadamente, son beneficiadas.
Para el financiamiento de los proyectos, según Sofía Arteta, la Fundación cuenta con un programa de 85 padrinos que aportan con USD 15 al mes. El Municipio dona USD 1 500 y en el centro infantil se cobran pensiones diferenciadas desde USD 5 hasta 45, “esto depende de su nivel económico”, aseguró.
Otra forma de financiamiento es mediante los eventos que realizan: Un encuentro de té; La cena de la rosa; La guagua linda; El desfile contrastes y la feria Ecuador para todos.
El Fondo de Salvamento de Quito (Fonsal) está realizando una publicación sobre la Fundación Reina de Quito, que cumple 25 años de existencia.
Los padres de Báez y Calahorrano desean que ellos ingresen a la educación regular. Para que sean parte activa de la sociedad.