Las sillas blancas estaban llenas. Unos 350 estudiantes de 15 colegios esperaban, ayer, que el VI Festival Estudiantil del Piropo empezara, en el parque central de la Ciudad Mitad del Mundo, en el norte.
Diego Minango, del Colegio Pomasqui, esperaba impaciente detrás del escenario, decorado con flores anaranjadas, blancas, rojas y rosadas. Él vestía un traje negro, con sombrero de copa.
A las 09:32, Efraín Cepeda inauguró el festival con una frase que incentivó los aplausos. “El piropo estudiantil es un manjar dulce y fresco. Su condumio es picaresco, lisonjero y muy gentil”.
Los primeros en leer sus piropos fueron los cinco integrantes del Club de Poesía La Delicia. “Anoche estando durmiendo/ sentí besos y cosquillas/ hoy despierto y sigo viendo/ que solo fueron pesadillas”, pronunciaba con entusiasmo José Moisés Villenas.
Luego, el turno fue para Marcela Almeida. “A este chullita quiteño/ yo le voy a conquistar/ y en la iglesia de El Sagrario/ con él me voy a casar”.
Luciendo vestidos acampanados que llegaban hasta el suelo y cubriéndose con coloridos paraguas, las estudiantes del Colegio Nacional Pomasqui se pasearon por el escenario. Los chicos, en cambio, con trajes negros y sombreros de copa bailaron junto a las quiteñas. En cada pausa musical pronunciaban un piropo. “Si tus labios fueran enchufe/ y los míos interruptor/ tendría el alma en hilo/ y encendido el corazón”.
Mabel Castellano sonrió al escuchar el piropo que le dedicó su compañero. Se acomodó el micrófono inalámbrico que los organizadores les colocaron cerca de su boca y le contestó: “Quisiera ser tu novia/ si no fueras un bandido/ prefiero quedarme sola/ a tener un mal marido”.
Cada institución educativa preparó para su intervención una coreografía relacionada con las fiestas de Quito. Los participantes recibieron el libro ‘Festival estudiantil del piropo 2010’.