Si algo ha movilizado a buena parte de los madrileños durante estos años ha sido su oposición a la instalación de parquímetros en su ciudad. Parquear en la capital española es carísimo y un verdadero quebradero de cabeza.No hay tanta calle para tanto carro -encontrar una plaza libre en Madrid es casi tarea imposible- ni bolsillo que aguante las tarifas de aparcamiento. En el 2006 se inició la revuelta vecinal, su base fue el barrio de Carabanchel, referente obrero de Madrid.
Sus protagonistas estaban en contra de las pretensiones del actual alcalde, Alberto Ruiz Gallardón, de ampliar el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER).
Los parquímetros, que ya ocupaban buena parte el centro y las zonas comerciales, no solo querían cubrir el interior de la M-30 (vía que circunvala Madrid) sino algunos barrios de la periferia.
Tres meses de movilizaciones, destrucción de la totalidad de parquímetros en dos barrios y boicot de los eventos municipales con presencia del Alcalde, provocaron una rectificación.
Finalmente se eliminaron las plazas azules (para visitantes) instaladas en los cascos históricos de Carabanchel (Alto y Bajo) y otras zonas residenciales, pero se mantuvieron las de residentes, que también tienen costo.
El resto de la ampliación no sufrió variaciones. La premisa del SER -según el ayuntamiento- no es recaudar. De hecho, reconoce, sin precisar datos, que el sistema genera un alto déficit. Según la plataforma vecinal antiparquímetros, este suma 20 millones de euros anuales.
Lo que se busca –dice una fuente municipal- es regular el tráfico y ofrecer un buen servicio de estacionamiento. “Tenemos que hacerlo porque cada día vienen a Madrid un millón de coches. El sistema está ideado para que pague el que viene de fuera, no el residente”, dice un funcionario que prefiere no ser identificado.
Otro objetivo es incentivar el uso del transporte público y disuadir la utilización del vehículo particular. Ello explica las altas tarifas y las limitaciones de horario.
Actualmente los parquímetros -aproximadamente 4 300- se ubican dentro de la M30. A dos euros la hora en la zona verde y 2,70 dos horas en la azul, pagar por aparcar sale demasiado caro para una población en la que el 63% gana -según el Ministerio de Hacienda- menos de 1 000 euros.
Existen dos modalidades de usuarios del SER: residentes y no residentes. Para entrar en la primera categoría, la persona debe estar empadronada y residir en la zona de regulación o estar empadronada fuera de la Comunidad de Madrid, pero viviendo temporalmente en la zona.
Estos usuarios pueden estacionar su vehículo en cualquier plaza señalizada de color verde, siempre y cuando exhiban el distintivo de residente. Este sello cuesta 25 euros al año y para obtenerlo se deben acreditar los requisitos anteriores.
Los residentes no son propietarios de la plaza, la ventaja es que pueden aparcar sin costo adicional si encuentran puestos libres de color verde. También tienen la posibilidad de aparcar en las plazas delimitadas con una franja azul, pero deberán pagar la misma tarifa que el resto.
La zona azul está destinada, sobre todo, a los no residentes, aunque estos también pueden aparcar en la verde. La diferencia es que las tarifas de esta última son superiores a la primera. Los pagos se realizan a través de parquímetros, de los cuales se obtiene un tique para colocar de forma visible en el vehículo.