Una escuela que rescata los oficios

En el taller de Lutería. El maestro Gonzalo Barriga explica a 10 jóvenes cómo armar una guitarra.

En las calles Montúfar y Pereira, en el Centro Histórico de la ciudad, se ubica la Escuela Taller Quito. Detrás de un decorado portón de madera se aprecia la arquitectura colonial de la casona, donde antiguamente funcionaba la maternidad de la ciudad.
Son las 10:30 del pasado viernes. Una ligera llovizna cae sobre los floridos jardines y el patio empedrado. En la primera planta, las bancas de hierro lucen desoladas y el piso de madera cruje con cada paso que da Carmen Velásquez, maestra del taller de corte y confección.
Los 119 jóvenes becarios permanecen en sus respectivas aulas. Velásquez llega a su taller. Ahí, 14 chicas están confeccionando pantalones de casimir y camisas.
Todos los jueves dedican una parte del día para trabajar en su tesis de grado. Todas confeccionaran trajes típicos de la Sierra.
Las chicas, al igual que los 14 jóvenes del taller de tallado y restauración, permanecen en silencio. Su concentración es sorprendente, revisan sus cuadernos y siguen tallando la madera.
Luis Villacís tiene 20 años. Vive en Guamaní y desde hace dos años y medio asiste a la Escuela Taller. Viste un overol azul, que fue confeccionado por sus compañeras del taller de corte y confección. Con entusiasmo muestra el avance de su trabajo final. Un bargueño o secretero. Cuenta que en tiempos coloniales esas cajas eran usadas para guardar joyas y dinero.
La técnica que emplea es la taracea, que consiste en incrustar maderas de diferente tamaño para darle un aspecto decorativo. Desde hace tres meses trabaja en ello.
Junto a él está Juan Sánchez, de22 años. Su trabajo final es un escritorio Luis XIV, que se destaca por tener varias curvas en su diseño. Él, al igual que Villacís, rescata su gusto por el dibujo. En unas hojas de papel bond muestran los bocetos de sus trabajos y uno que otro trazo muy bien logrado.
A las 12:00 suena un fuerte timbre que anuncia la hora del almuerzo. Las puertas de madera con cerradura de metal se abren y uno a uno salen los jóvenes a su receso. Todos visten uniforme: overol para los hombres y un mandil azul para las chicas.
El ruido se pierde en la infraestructura. En el patio hay bancas de piedra hechas por los estudiantes del taller de picapedrería. Ahí los chicos se sientan y conversan sobre su día. En los árboles están talladas figuras, el césped está bien cuidado. También los geranios que adornan las ventanas de toda la Escuela. “De esto se encargan los alumnos del taller de jardinería”, dice Velásquez.
La casona aparenta ser un laberinto. Hay varios pasajes que llevan a los tres patios que hay en el lugar. Junto al taller de Construcción Civil hay un museo. Ahí se exhiben los trabajos de grado más destacados de las cinco promociones que han pasado por la Escuela Taller Quito.
Hay una sala para cada taller, se muestran hermosos trajes típicos que usan las novias de las diferentes culturas del país. En otra, hay hermosos retablos, pinturas, esculturas y muebles hechos en madera, hierro y piedra.
A las 13:00 toca nuevamente el timbre. Los chicos suben hasta sus aulas. Junto a la puerta de ingreso, el rasgado de una guitarra y unas voces rompen el silencio. Se trata del taller de Lutería. Ahí, el maestro Gonzalo Barriga busca rescatar ese oficio con 10 jóvenes.
Para Miguel Rentaría, de 21 años, la música es parte de su vida. Desde niño demostró habilidades para entonar la guitarra. Él y Mauricio Toapanta aseguran que el taller les ayuda a perfeccionar su gusto y a elaborar su propios instrumentos.
Todos tienen un grupo de música. Hay desde punk hasta balada, folclor y cumbia. Barriga entona la canción El aguacate, para enseñar los punteados. Todos miran con atención y cantan.
Las actividades
Los talleres son una alternativa de educación y trabajo para jóvenes de entre 16 y 22 años.
Hay talleres de Albañilería, Picapedrería, Gasfitería, Electricidad, Ebanistería, Tallado, Carpintería, Construcción Civil, Mecánica, Jardinería Artística y
Vivero, Confección y el reciente taller de Lutería.
Duran tres años, los estudiantes obtienen el título de maestro artesanal en la especialidad que hayan elegido.