Ayer (7 de junio del 2018) se entregó la primera parada rehabilitada. Está ubicada en la Shyris y Portugal. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO.
Una persona que se moviliza en el sistema de transporte público de Quito pasa entre ocho y 10 minutos en una parada. Si hace un trasbordo puede llegar a permanecer en estos lugares hasta 30 minutos cada día. De allí la importancia de que estos espacios sean adecuados.
En la esquina de la intersección de las av. Mariscal Sucre y De la Prensa, se ubica una de las paradas más concurridas de la zona, pero no cuenta con un techo ni asientos. Juan Cajeao, quien vive en La Esperanza, debe guarecerse del sol bajo unas ramas de un árbol cercano. Pero cuando llueve, no tiene dónde protegerse.
El pedido de niños, jóvenes y adultos mayores que ocupan ese espacio, en El Condado, es el mismo: contar con un mobiliario adecuado.
En Quito existen 3 624 paradas de transporte público convencional. De ellas, el 20%, es decir 714, cuenta con módulo: techo y asientos. Las cifras salen de un estudio que hizo la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas, Epmmop, y revelan que la mayoría (474) se encuentran en estado regular o malo.
Para combatir el problema, la Municipalidad comenzó la colocación de 414 nuevas paradas. Ayer (7 de junio del 2018), el alcalde de Quito, Mauricio Rodas, hizo la entrega formal de la primera estación.
Su colocación se logró gracias a una alianza público-privada por lo que no le costó a la ciudad. Jacobo Herdoíza, secretario de Territorio, explica que el modelo consiste en que una empresa se encargue del diseño, instalación y mantenimiento de las paradas a cambio de explotación publicitaria.
Las estructuras se colocarán entre la avenida Diego Vásquez de Cepeda, Cóndor Ñan, Eloy Alfaro, Maldonado y Mariscal Sucre y estarán listas a finales de septiembre.
En la capital, el 73% del total de los viajes motorizados se hace en transporte público. Se calcula que 1,8 millones de personas se movilizan en la ciudad de esa forma. Las primeras reacciones de los usuarios fueron positivas.
Rosa Armijos y Alberto Rosero se mostraron complacidos con el diseño, sobre todo con el panel donde se muestran las rutas de las distintas cooperativas de transporte. “Esperemos que los buses y las personas los respeten”, comentó Rosero.
En Quito es frecuente ver las paradas cubiertas de grafitis. Algunas, incluso, son víctimas de daños severos.
Guillermo Victoria, director de Publicidad Sarmiento, empresa a cargo del proyecto, dijo que durante 10 años la empresa se hará cargo de las reposiciones por posibles daños. Con base en la experiencia en otros países, añadió, la única forma para enfrentar el vandalismo es reponer las averías de inmediato.
Otra de las ventajas de la alianza es que trae a la ciudad una inversión de cerca de USD 30 millones y genera empleo para unas 150 familias.
¿Qué pasará en los lugares que no tienen una parada adecuada? Según Alfredo León, secretario de Movilidad, las paradas retiradas serán modernizadas y recicladas para ponerlas en otros puntos.
Además, como parte de la alianza, el Municipio recibirá USD 1,2 millones por la concesión anual. Con esos recursos, dijo Herdoíza, se podrá llevar el servicio a más lugares.
Para Alfredo Viteri, experto en movilidad, el modernizar las paradas es una buena iniciativa, pero no es suficiente.
Asegura que hay puntos que deben ser reubicados porque están cerca a redondeles, o cruces importantes y generan una fuerte congestión. Adicionalmente, dice, una vez que se reestructuren las rutas de transporte, las paradas podrían cambiar de lugar.
Herdoíza explica que ese punto fue contemplado con anticipación y que el contrato dice que un 25% de las paradas puede ser reubicado.