Los obreros de Emaseo ienen la disposición de dejar reluciente la ruta de la marcha. Foto: EL COMERCIO
Los miembros del Movimiento Nacional Podemos, en proceso de acreditación legal, son los últimos manifestantes en la marcha. Ellos llegaron hasta la avenida 10 de Agosto y calle Briceño, donde empieza la Guayaquil, resguardados por un contingente de la Policía Nacional y del Cuerpo de Bomberos de Quito.
Pero quienes cierran la movilización que, hasta llegar a dicha calle del Centro tardó cerca de tres horas, son los obreros de Emaseo. Con escoba en mano y una barredora, para 12 trabajadores (solo en ese punto) no hubo día libre por el 1 de Mayo. Ellos tienen la disposición de dejar reluciente la ruta de la marcha.
Javier Pingos, trabaja desde hace dos años en la empresa municipal y es uno de los obreros que tiene a cargo la tarea de no dejar rastro de la caminata de obreros y los diferentes ciudadanos.
El año anterior, recuerda el empleado, mientras recoge las volantes que dejaron en el piso los manifestantes, tampoco tuvo descanso en el Día del Trabajo. En su casa, en Chillogallo, se quedaron sus tres hijos, a la espera de que termine la tarea. Para él y sus compañeros, la jornada seguirá.
Tampoco termina el día laboral para 20 trabajadoras sexuales de la calle Esmeraldas. Ellas, aunque no se unieron a la marcha, al paso de los protestantes, gritaron consignas en contra del Gobierno.
Maria Fer (como pide ser identificada), grita que las dejen trabajar, refiriéndose a la serie de clausuras de centros de tolerancia en el Distrito. Estos se han dado, según declaraciones de autoridades para publicaciones anteriores, por el incumplimiento de las normas.
Muchas de las mujeres que trabajaban en los locales cerrados tuvieron que salir a las calles, cuenta. Ellas no se sumaron a la movilización porque “sino trabajamos no comemos”.