Un duro esfuerzo para los danzantes en Amaguaña

Juego con carioca.    Los niños salieron del cordón de seguridad que se formó para rociar espuma de carnaval a los bailarines de las comparsas.

Juego con carioca. Los niños salieron del cordón de seguridad que se formó para rociar espuma de carnaval a los bailarines de las comparsas.

‘La foto, la foto, hay que guardar este momento”, gritó Jessica Pozo cuando terminó el desfile. Ella estaba vestida de otavaleña y junto con otras 19 personas formaron parte de la comparsa, en la que también estuvo presente el alcalde de Quito, Augusto Barrera. “Nos encanta bailar”, fueron las primeras palabras de Pozo. Asegura que le duelen las piernas cuando termina de bailar, pero es gratificante el esfuerzo.

La danza forma parte de su estilo de vida. Con el grupo Andes ha participado en concursos de danza en diferentes programas del valle de Los Chillos, e incluso fueron invitados al desfile de la quiteñidad que se realizó el año pasado en la capital.

La calle Fermín Carrillo se convirtió en el espacio de descanso de diablos huma, payasos, carishinas, yumbos y otros personajes en el Carnaval de Amaguaña 2012, en el suroccidente de Quito. Todos los personajes partieron del parque central de Amaguaña y entre carioca, agua, harina, huevos y tinta, culminaron el desfile en la plaza de las ritualidades en la comuna de El Ejido.

El evento se celebra desde hace 52 años y este no fue la excepción. Luis Lluniquinga pertenece al grupo de danza Nueva Juventud de San Pedro de Taguar. Él participa en la comparsa del sector desde hace cinco años. Es oriundo de Sangolquí. “Se termina muerto, pero la pasamos chévere. Es una forma de rescatar la cultura y la tradición de mi tierra”, dice.

Este año, en el desfile, participaron 33 comparsas. Cada uno representó a una parroquia diferente. “Eh, yuju, eh, we, we”, eran algunos de los gritos que se escuchaba mientras los yumbos bailaban en la comparsa. Una pancarta blanca decía: Yumbos blancos, grupo de danza. En cada paso de baile y ‘zapateada’ se sentía la energía de los danzantes.

Olmedo Gualotuña está a cargo de las coreografías. Dice que los trajes con los que se presentan son parte de su creación. Los confeccionan en un taller en el barrio San Francisco de Conocoto.

Explica que su vestimenta blanca representa la paz con los españoles. Los pañuelos de colores son el “aliento” de la vestimenta. La careta les sirve para protegerse del enemigo. Sus plumas representan las aves del Ecuador. Las monedas significan los tesoros de los antepasados. Los cascabeles marcan el ritmo del baile, su lanza es su arma de defensa en contra de los españoles y el tambor y pinguilo es el ritmo autóctono de los yumbos para su danza.

A ritmo de pasillo y pasacalle, un grupo de adultos mayores mostró sus habilidades para el baile frente al Burgomaestre de la capital. La larga caminata no disminuyó su ánimo. Teresa Zárate es la coordinadora del grupo Años Dorados. Ayer lo representaron 12 personas y para el evento repasaron 16 coreografías. El grupo se constituyó hace nueve años y gracias a esa trayectoria, los repasos se disminuyen a una hora por día.

Zanqueros y payasos ‘arrancaban’ las risas de los más pequeños. Un grupo de 20 jóvenes jugaba con espuma de carnaval con los presentes. Ellos pertenecen al grupo Quitenísimo.

A pesar de que se prohibió el uso de agua para jugar Carnaval, algunos turistas y vecinos del sector aprovecharon para mojar a uno que otro transeúnte. En los alrededores del desfile, el negocio informal se hizo presente. Hornado, papas con cuero, huevos, espuma de carnaval y tinta eran los productos más comercializados.

La tradición

Hace unos 50 años  el Carnaval se festejaba con agua y los famosos cascarones, unas velas que eran arrojadas a las personas que transitaban por las calles de la parroquia rural.

En 1960  se instauró un programa más institucional y completo con actividades culturales y deportivas en las que se incluía la elección de la Reina.

El desfile tiene  52 años  de tradición en los  que el cielo de un pequeño pueblo se llena de color mientras su gente linda sale a los balcones para lanzar a las calles flores y serpentinas. Por esta razón es que durante años se conoció a este evento como el Corso de Flores y Serpentinas.

La riqueza  de este Carnaval reside  en la participación de todos los amaguaneños, pues las organizaciones sociales, deportivas y culturales organizan durante una semana  actos previos al Carnaval, que van resaltando la cultura de nuestros pueblos.

Durante el 2011,  más de 40 000 personas llegaron a Amaguaña durante su Carnaval. Ayer, se inauguró la plaza de las ritualidades durante el desfile.

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