Difícil acceso a barrios por el lodo

En Lumbisí. El colapso del alcantarillado causó la inundación de viviendas y la destrucción de las vías. Hay problemas para transitar por el sector.

En Lumbisí. El colapso del alcantarillado causó la inundación de viviendas y la destrucción de las vías. Hay problemas para transitar por el sector.

La mayoría de los 250 niños de la Escuela Enma Vaca, en la barrio La Cocha, en el suroriente de la ciudad, tiene un distintivo: lodo seco en sus zapatos. Las fuertes lluvias de las últimas semanas han convertido a las calles de tierra en un lodazal. En el barrio habitan cerca de 250 familias.

Aunque fue legalizado hace 10 años, en la mayoría de manzanas no hay bordillos, aceras ni calles adoquinadas. Desde hace dos semanas, el camión recolector de basura no ha ingresado por el mal estado de las calles.

En el barrio Venceremos 1, a cinco minutos de La Cocha, el pavimento de la vía principal contrasta con el fango que cubre 12 calles secundarias. Además, el incremento del cauce del río Machángara, que pasa junto al barrio, ha causado deslizamientos de tierra y daños en un puente que conecta con El Beaterio.

En Lumbisí, en el sector de la iglesia, las calles secundarias se llenaron de lodo luego de un fuerte aguacero, el pasado martes. El agua arrastró el ripio y los adoquines. El material quedó regado por las vías e ingresó a las casas de Viviana Chillán, Mercy Chillán y Galo Pichua.

Por la calle Camilo Orejuela, que atraviesa más de 12 barrios del suroccidente, el tránsito vehicular y peatonal también se complicó. A los costados del camino empedrado cruzan dos canales que desfogan el agua lluvia.

Cuando esos canales se inundan por los aguaceros, los vecinos usan tablas como puentes para entrar a la calle Capitán José Larrea, en el barrio Hemisferio Sur.

Por esa calle caminaban ayer Tatiana Sánchez y su hijo Ricardo. Él iba a la escuela con sus zapatos lustrados. “Cuando llueve toca ponerle dos fundas sobre los zapatos hasta salir a la parada de bus”, comentó Sánchez.

La línea Marín-Camal Metropolitano, de la cooperativa Quitumbe, sube por la Orejuela hasta el barrio Tepeyac. Cuando hay piedras y troncos que bajan por la carretera, el servicio de transporte se interrumpe.

En Monjas Bajo, Lastenia Malla está acostumbrada a usar botas de caucho para caminar en el barrio. Otros vecinos acostumbran a utilizar dos pares de zapatos. Uno para cruzar la vía de la Línea Férrea, que se llena de lodo cuando llueve, y otro para ir a sus trabajos.

Testimonios

 Ana Cristina Medrano/ Ejecutiva

‘A nadie le gusta llegar mojada al trabajo’

En los últimos días se me ha complicado mucho llegar impecable a mi trabajo. El agua lluvia que se acumula en la calzada, junto a las aceras, me ha traído más de un dolor de cabeza.

Por un lado, hay sitios donde no puedo cruzar al otro lado de la calle, porque la cocha es muy grande y no alcanzo a saltar, con tacos. Y por otro, no faltan los choferes irrespetuosos que no piensan en el peatón y transitan a velocidad por las cochas, causando que el agua salpique y manche la ropa.

En situaciones complicadas como esta, lo mejor sería que nos respetemos. A nadie le gusta llegar mojada y enlodada al trabajo, a nadie le gusta llevar otro par de zapatos en el bolso, por si a caso. La verdad es que una lluvia altera muchísimo la cotidianidad de una ciudad, aunque estemos prevenidos.

Yolanda Armendáriz/ Secretaria

‘40 minutos intentando tomar un bus’

En la noche del miércoles esperé durante 40 minutos un bus en la Ladrón de Guevara. Unas 50 personas también estaban en mi misma situación. El aguacero era de miedo y estaba acompañado de descargas eléctricas. En esa esquina, cerca del ingreso a la Politécnica Nacional, no hay una visera, a pesar de que allí siempre se aglomeran las personas a esperar el bus.

Los taxis pasaban ocupados y los buses llegaban repletos. Es obvio, en una circunstancia, la demanda de ese servicio sube considerablemente. Ya eran las 18:00 y seguía en esa esquina. En un día sin lluvia a esa hora ya le retiro a mi hija de la guardería. Como me di cuenta que no iba a llegar a tiempo, la llamé a la ‘tía’ para que me espere un poco más. Ella, muy gentilmente me dijo que sí, caso contrario, me hubiera vuelto loca.

Un aguacero pone de cabeza a esta ciudad. Hace frío, hay congestión en las vías, el servicio público no es suficiente...

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