Viernes, a las 10:00. En la Estación del Trolebús de La Y, la unidad 33 se aprestaba a salir hacia El Recreo. El bus estaba repleto de pasajeros. El conductor no pudo arrancar porque una de las tres compuertas pequeñas permanecía en el piso. Estas aseguran a las puertas grandes e impiden que se abran en el trayecto.
El conductor hizo varios intentos desde la cabina para arreglar el desperfecto, pero fue inútil. Tuvo que bajarse para alzar la compuerta con la mano. Los usuarios miraban con preocupación. El recorrido se retrasó cinco minutos.
El pasajero Sergio Rosero ya se acostumbró a este tipo de contratiempos, los sufre casi a diario. “Es peor cuando el bus se daña y nos toca bajar en media calle y esperar a la siguiente unidad”.
Él recuerda que en época de clases viajaba dos veces al día en trolebús para ir a la universidad. Por lo menos dos veces a la semana tenía que soportar inconvenientes porque la unidad se dañaba. El sistema Trolebús opera desde 1995. En los 113 articulados, de marca Mercedes Benz, se transportan 250 000 personas cada día. La flota está por cumplir su vida útil, que es de 20 años.
Los automotores tienen entre 17 y 15 años de antigüedad. La primera flota (54 buses) fue adquirida en 1995 y la segunda (59 buses), en 1997.
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La Empresa Pública Metropolitana de Pasajeros prevé renovar la flota. Se planifica la compra de 40 articulados. Galo Muñoz, gerente técnico de la Empresa Pública Metropolitana de Pasajeros, explicó que el proceso puede demorar hasta 20 meses. “Actualmente, estamos en conversaciones con diferentes empresas. Son buses especiales que se fabrican para Quito. Luego se convocará a la licitación y se seguirá el proceso hasta firmar el contrato”.
Los buses más antiguos se les destinará a los recorridos más pequeños, como el C3 (El Recreo- El Ejido) y C5 (Quitumbe- El Ejido). “Los nuevos buses ayudarán a prolongar la vida útil de los antiguos unos cinco o 10 años, con mantenimiento”.
Rosero se embarcó en la unidad 52. La red de asideros (pasamanos y manijas) de esa unidad era deficiente. Uno de los pasajeros que viajaba de pie tuvo que sujetarse del borde de la ventana, porque la manija de cuero, que debería servir de apoyo, estaba rota.
Las asas ya no tenían el soporte de plástico. Para Rosa Mejía, otra usuaria, las personas no ayudan a cuidar los buses. En varias ocasiones ha observado cómo rayan las bancas con marcadores.
Las tres pantallas que indicaban con letras rojas la parada a la que el articulado llegaba, tampoco funcionaban. Estaban apagadas. Lo único que estaba en buenas condiciones era el sistema de amplificación, a través del cual el conductor informaba a los pasajeros el próximo destino.
Las sillas plásticas también están deterioradas. En la unidad 03, ocho de ellas no tenían la parte superior del espaldar. Esta pieza sirve como sujetador para las personas que viajan de pie. Para Rosendo Álvarez, otro usuario, el irrespeto a los bienes públicos agrava el estado de los buses. “Las sillas son incómodas, no hay como reclinarse”.
El óxido es otro de los problemas que se observa en los rincones de los buses. En la misma unidad, en el techo había huecos y las latas estaban deterioradas. En el bus 83, los ventiladores no tenían tapas. Según Muñoz, los buses reciben mantenimiento a diario.
Las cifras
El presupuesto. En este año se destinó USD 6 millones para el mantenimiento de las 113 unidades del Trolebús.
Los talleres. La Empresa Trolebús cuenta con talleres de mantenimiento. Estos atienen casi las 24 horas, de 05:00 a 03:00.
El problema más recurrente es el recalentamiento del motor. Cuando eso ocurre, se les pide a los pasajeros que se bajen.