El rostro del inca Atahualpa es su insignia. Los 110 miembros de la Microempresa de Estibadores, Tricicleros y Cuidadores, que lleva su nombre, lo llevan bordado en el lado izquierdo de la camiseta o en el suéter azul. En el Mercado Mayorista, en el sur de Quito, son los únicos que usan uniforme y solo sus triciclos tienen placas de identificación.
La Asociación Atahualpa comparte el trabajo diario con los gremios Vencedores del Pichincha, Mushugñan y Estibadores de Tigua. En total son 290 tricicleros.
fakeFCKRemoveDesde la 01:00 recorren las 14 hectáreas del centro de abasto más grande de la ciudad. En la madrugada transportan sacos de papas, verduras, vegetales y otros productos que llegan al mercado en tráileres y los llevan hasta los puestos de los comerciantes.
Lo más duro es cuando la carga está pesada. A Ernesto Vega, de 24 años, por ejemplo, le toca bajar, empujar y halar. Hay tramos donde no es posible pedalear. Él procura hacer 30 viajes al día.
Por cada viaje gana entre 50 centavos y USD 2. Tiene dos hijos, uno de cuatro años y un bebé de nueve meses.
Los tricicleros trabajan como asociación desde 1998. La mayoría es indígena y viene de Cotopaxi y Chimborazo. Francisco Chugchilán, de 57 años, uno de los fundadores, recuerda que iniciaron con ocho socios.
Chugchilán, de estatura mediana y bigote, comenzó hace 30 años como cargador de papas. Se ayudaba con una carreta de madera de cuatro llantas. Era duro cargar sobre las espaldas, por eso un día decidieron cambiar.
Así surgieron los triciclos, impulsados por pedales. Tienen una canastilla delantera cuadrada para la carga. Ahora, con lo que gana mensualmente, Chugchilán mantiene a cinco hijos. Los otros dos ya son pintores profesionales.
El triciclo de Jorge Toaquiza, de 18 años, es para él una herramienta clave. Cuando cargaba al hombro solo podía llevar hasta dos sacos de 100 libras cada uno. Ahora lleva hasta 20 en cada viaje. Sus manos son ásperas y tienen callos. A pesar del triciclo, el trabajo no deja de ser duro.
A Toaquiza le cuesta levantarse de madrugada. Junto con su hermano Nelson, de 16 años, sale a la 01:00 de su casa, en Ayapamba, cerca del mercado.
No tiene un horario fijo de regreso. A veces lo hace a pie, otras en los triciclos, que muchas veces dejan guardados para evitar su deterioro. Gastan, al mes, entre USD 30 y 35 en mantenimiento del vehículo.
Los triciclos van y vienen por las calles del mercado. Se abren paso por las estrechas vías que están copadas por carros y camiones y esquivan los obstáculos y desperdicios arrojados en la calzada.
¿Cómo los ven sus clientes? Pedro Azambay y Juan Cargua, comerciantes de verduras y legumbres, dicen que los tricicleros del Atahualpa “son honestos”.
Un ejemplo: en una ocasión, Azambay creyó que su carga se había perdido, pero los tricicleros la guardaron y se la devolvieron. Desde entonces, y de eso son ya 10 años, nunca ha dejado de confiar en ellos.