El Alcalde de Quito dice que antes de cambiar la Ordenanza de la restricción vehicular hay que mejorar la operatividad de los corredores. El metro, otra alternativa.
Hoja de vida
Augusto Barrera
Su experiencia. Es Alcalde de Quito desde el 2009, impulsado por Alianza País. Antes se desempeñó como concejal de la ciudad.
Su punto de vista. Dice que en un año y 10 meses ha invertido más que la anterior administración en el transporte público. No siente desgaste político.
Las complicaciones que hay para movilizarse en Quito han generado malestar en los ciudadanos de la capital. ¿Usted siente que este problema le está desgastando políticamente?
Todas las encuestas que he revisado reflejan un apoyo mayoritario a la administración municipal, ese afecto también lo siento en los recorridos por los barrios. El problema de la movilidad es el más grande que tienen las ciudades. Si alguien quiere saber qué es congestión, váyase a Bogotá o a Río de Janeiro. En esta última, hay filas de autos de hasta 17 km.
En Quito también hay insufribles trancones. En las horas pico, para ir de sur a norte, se requiere de una hora, en el mejor de los casos. ¿No le parece una realidad opuesta a la teoría del buen vivir?
Aquí hay un problema estructural. En los últimos 10 años no hubo una inversión sustantiva en el transporte público. La Ecovía fue la única, a inicios de la administración anterior, con 40 buses articulados. En un año y 10 meses, traje 80 buses articulados y a eso hay que sumar 56 buses tipo. Si no se potencia el transporte público, ningún modelo es viable.
En lo relacionado con el transporte público también hay un tema pendiente, la operación del Corredor Sur Occidental.
Espero que en octubre tengamos operativo el Corredor Sur Occidental, en la av. Mariscal Sucre, que es el eslabón más débil en este momento. Hay que destacar que estamos integrando al Corredor Sur Oriental con la Ecovía, eso es de mucha ayuda para la gente. Con un solo pasaje se puede atravesar toda la ciudad. Además, creamos la parada de las universidades, que es para facilitar la movilización de los estudiantes del sur, especialmente.
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Ya se han escuchado las propuestas de los concejales para reformar la ordenanza del pico y placa. ¿Usted apoya las 12 horas diarias de restricción vehicular?
Creo que no es el momento. Según la ordenanza, los cambios se los debe hacer el 1 de enero o el 1 de julio. Mi opinión es que se debe esperar un poco más hasta que estén operando en su totalidad todos los corredores. La gente debe arriesgarse a considerar otras alternativas de movilidad.
Una de las deudas, luego de la aplicación de la restricción vehicular es la falta de impulso a iniciativas como compartir el auto. ¿Por qué no se sostuvo esa propuesta?
Sí, el tema de compartir el auto es la gran deuda. Fue fuerte al inicio, pero se fue debilitando. El momento en que tengamos operando todos los corredores y el metro, estaremos entregando a la ciudadanía una extraordinaria alternativa para movilizarse. Podríamos tener una capacidad de hacer 1 200 000 viajes en transporte público.
Pero el metro aún no arranca y quizá no esté cuando usted concluya su administración. Está previsto que las obras viales de trascendencia se las inaugure en los últimos meses de su gestión. ¿Ya piensa en la reelección?
Pienso en terminar esta administración, no tengo tiempo para pensar en otra cosa. Todo el proyecto del metro no estará concluido, pero, por lo menos, la primera etapa sí. La ejecución de las obras viales tienen que cumplir un ciclo, que es de unos cuatro años.
Hasta ahora no se ha visto la obra de trascendencia en la ciudad, ¿por qué se ha demorado la ejecución?
Por varias razones. Cuando yo llegué al Municipio, no había estudios de las vías (solo de la Gualo-Puembo, que después se cayó). En este año y 10 meses hemos arrancado con el estudio del trazado, el proceso contractual, la búsqueda del financiamiento. Ese es un trabajo que no se ve, pero necesario antes de desplegar la maquinaria y los obreros para realizar la obra.
¿Ha sentido la urgencia de resolver los problemas de la ciudad?
Sí, los tres meses del invierno fueron muy duros, no solo institucionalmente, también desde el lado humano. Vamos a relocalizar a 600 familias, es como construir una pequeña ciudad. Eso significa desarraigo, crisis y dolor. Hubo quienes no entendieron esta realidad.
¿Quiere decir que hizo falta solidaridad?
Hay que trabajar mucho en ese aspecto. Si está lloviendo no le lance el carro a la señora; si hay un accidente, tenga paciencia para que llegue a tiempo la ambulancia. Necesitamos construir unos códigos y principios básicos de convivencia. Es un esfuerzo de construcción permanente. Esto es como en una familia, si se cae la casa, todos tienen que colaborar en la reconstrucción.
¿Al Municipio de Quito se le cayó la casa?
Al Municipio no, a la ciudad. Nos admiramos por la actitud de los japoneses, pero aquí no levantamos esos valores. Allá no se escuchó preguntar quién construyó la planta para atacarle. Más bien hubo solidaridad para buscar el agua y los instrumentos para afrontar la emergencia.
Usted ha anunciado que en estas vacaciones se intensificarán los trabajos de repavimentación en la ciudad. Pero, ¿no hace falta planificar mejor para evitar que en las horas pico los obreros interrumpan el tránsito?
Arrancamos varios de los proyectos claves del plan vial. Estamos interviniendo en la Simón Bolívar, en la Interoceánica, entre otras. Las vías que están a cargo del Gobierno (Calderón-Guayllabamba y Tambillo-El Quinche) tendrán más dinamismo. Arreglaremos unos 70 ejes viales, a lo largo de unos 210 km. En la elaboración de los cronogramas evitamos topar las horas pico.
Por ejemplo, en la avenida Orellana no ocurrió eso. La repavimentación sí generó atascamientos.
No es así. Allí se colocó el material durante la noche y la madrugada. Se terminó a las 06:00 y se requerían cuatro horas para que se seque, por ello se impidió la circulación por los carriles intervenidos. Había que aprovechar las horas de sol. La gente pide obras y las estamos haciendo, pero deben comprender eso.