Desde hace un año, Magali Moposita, su esposo y sus dos hijos viven en el Conjunto Vista Blanca, a 200 metros del parque central de Alangasí, parroquia rural en el sureste de Quito. Al principio Mateo, el menor, no se acostumbraba a la distancia entre su casa y el Colegio Don Bosco, en La Tola.
Ciudad Jardín es un proyecto ubicado a 15 minutos del Centro Comercial El Recreo, por la av. Simón Bolívar. Serán 37 manzanas, ya se concluyó la cuarta. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO
Pero ahora es el primero en indicar qué buses tienen disponibles. Él toma una unidad de Termas Turis, a las 05:30, frente a su residencia. Y llega en 45 minutos. Antes caminaba unas pocas cuadras desde el departamento que arrendaban en La Marín. Pero asimiló el cambio. Su hermana, de 5 años, fue inscrita en un plantel de la zona.
La familia decidió comprar la propiedad, pese a su ubicación. Les gustó la paz, el clima más cálido y que podían adquirirla con crédito del Biess. La deuda la pagarán durante 20 años.
Moposita vende ropa traída de EE.UU., a domicilio. Y su esposo trabaja en la Importadora Trujillo, en Guamaní; para desplazarse al sur usa una moto. No han terminado de decorar la casa de 111 m2, que les costó USD 65 000. No tienen muebles en la sala, sí techo propio.
La oferta de vivienda se duplicó en los últimos cuatro años en relación a lo que ocurría hasta el 2010, que alcanzaba 10 000 unidades, en Quito.
Actualmente están registradas 588 inmobiliarias. De estas 167 corresponden a personas naturales y el resto a empresas.
La oferta más económica en la capital para las familias se centra en zonas alejadas, como Llano Grande, Calderón, Mitad del Mundo, en el norte. También, hay en la prolongación del Parque Metropolitano del Sur, en la Simón Bolívar, Quitumbe; Alangasí, en el valle.
En estos sitios, el m2 oscila entre USD 600 y 800, por lo que los inmuebles están en el rango de USD 39 000 a 65 000. Estos rubros son imposibles de encontrar en el hipercentro (Iñaquito o 12 de Octubre). Ahí el m2 está sobre los USD 1 200.
El analista del sector inmobiliario, Roberto Vega, de Smart Research, enfatiza que el 51% de la oferta está en el sur y el 12% en el centro-norte. Por costos, la demanda está en: Carcelén, Calderón, Llano Grande; Los Chillos.
Para Hérmel Flores, presidente de la Cámara de la Industria de la Construcción, es necesario que el Municipio trabaje con el Ministerio de la Vivienda para proveer terrenos para macroproyectos y así eliminar la especulación del suelo y usar “terrenos ociosos”.
Según el Censo de Población y Vivienda del 2001, el 46% de residentes de Quito habitaba en sitios arrendados y 45% en propios; 0,4%, en anticresis, 5%, vivía gratis y 1,4% a cambio de servicios. En el 2010, bajó a 38% la cifra de arriendos; subió a 49% el número de casas propias, incluido el 8% de las que están por pagarse. 10% de propiedades son prestadas.
A partir del 2010 se da un mayor crecimiento de la oferta inmobiliaria, alentada también por un mayor acceso al crédito, a través del Biess. Aunque Flores cree que pudiera darse una desaceleración de la demanda.
Según dice, buena parte de ella se ha cubierto y hay que ver el impacto de la reducción del precio del petróleo.
El concejal Jorge Albán admite que hay sitios como la 10 de Agosto, que se deben potenciar y en la periferia hay lugares que tienen que consolidarse. Por el nuevo aeropuerto, por ejemplo, la demanda de vivienda es de al menos 7 000 familias.
“Hay que esforzarse por consolidar la parte urbana, aumentando la densidad. Es equivocado extender la mancha urbana, complica la movilidad”. En Ciudad Jardín, en Quitumbe, junto al Parque Metropolitano del Sur, se busca proveer de servicios a los habitantes, como hospital, escuela, comercios, policía, etc. A esto se lo conoce como ‘ciudad satélite’ y el concepto es ofrecer algo tipo suburbio de EE.UU. Esto dice Galo Vega, director comercial.
El proyecto, a cargo de Ferroinmobiliaria, incluye 37 manzanas. Actualmente ya terminaron la cuarta y empezarán la quinta y sexta. La meta es terminar en cinco años, pero dependerá del ritmo de venta.
El lugar queda a 15 minutos desde el Centro Comercial El Recreo, por la av. Simón Bolívar, en auto y a 35 minutos del estadio Atahualpa. A unas cuadras se puede tomar un bus.
María Sangoluisa, de 44 años, trabajó en España y al regresar compró su departamento ahí en USD 34 000 con un hipotecario a 12 años; paga 180 al mes.
Ella vive con María Alejandra, de 6 años. No tiene auto, pero la niña toma transporte escolar y usan taxi. En el condominio hay tiendas y bazares.
La participación del Biess en el mercado inmobiliario facilitó que la clase media accediera a vivienda, principalmente, terminada y para construcción. En el 2014 colocó USD 1 071 millones en créditos y para este año prevé USD 1250 millones.
Con USD 48 000 se puede adquirir casas de 64 m2, con tres habitaciones, baño familiar, área de secado y lavado, sala, comedor y cocina. Pero también hay ofertas por menos. El monto promedio de operación del Biess es de 36 801.
Una de las preocupaciones de la gente antes de comprar una casa es la distancia, pero esto se disipa con precio y calidad, dice Carlos Ortega, de Carfermarc, constructora de Alangasí. En este sector hay oferta desde USD 61 000 a 85 000.
Esta zona es considerada como “aspiracional”, la gente sueña con residir en ella. En el proyecto de Ortega se han vendido 90 de 200 viviendas.
Fredi Paredes, experto en transporte, insiste en que al aprobar proyectos de vivienda se debería pensar en los planes de movilidad. No esperar que una zona se consolide.
Mónica Muñoz, su esposo y dos hijos de 9 y 6 se mudaron hasta Alangasí. Tienen un departamento en la Villa Flora. Trabajan en Tumbaco. No volverían al tráfico de Quito, “es mejor moverse entre valles”.
En contexto
El reto del Municipio es aumentar la densidad poblacional en zonas dotadas de servicios. Según Smart Research, la demanda se concentra en sectores como Carcelén o Calderón, pues los costos son menores. El problema es de movilidad.