En los espacios públicos de Quito, la restricción del consumo de tabaco se cumple a medias. Por ejemplo, en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central, el consumo en los corredores, aulas y cafetería era común entre estudiantes y profesores.Esa realidad empezó a cambiar desde hace 18 meses.
Ahora, el edificio de aulas fue declarado un espacio libre de humo. Fernando López, decano de esa Facultad, explicó que aún hay alumnos y profesores que se resisten a acatar la medida. “No es una persecución contra nadie, más bien se trata de atacar un problema de salud pública, al restringir el cigarrillo en los espacios cerrados”.
fakeFCKRemovePara quienes infringen la norma se aplican sanciones morales y llamados de atención. Jácome explicó que las cerca de 5 000 sustancias químicas que contiene el cigarrillo permanecen hasta por 48 horas en un ambiente cerrado. “Eso afecta a las personas que no fuman, pero que están expuestas a esas sustancias”.
Andrea Añasco, estudiante de la Universidad Católica, está consciente de las molestias y efectos que produce el humo del cigarrillo en otras personas. Frente a cada bloque de la universidad hay un letrero: Edificio libre de humo. Marco Peralvo, jefe de Servicios Generales, recuerda que la política fue implementada hace 12 años.
Añasco está de acuerdo y respeta esa política. Para encender un cigarrillo, ella se acomodó en una de las áreas verdes del campus. Consume hasta dos al día. “Es cuestión de respeto para las otras personas”.
Una opinión similar tiene Juan Fernando Escobar. “Cuando estoy en un espacio cerrado prefiero no molestar a los demás con el humo del tabaco”. Ayer, él aprovechaba que en el área comunal de la Plaza de las Américas no hay restricción para encender un cigarrillo.
Francisco Palacios, gerente de operaciones de la plaza comercial, explicó que en esa área se permite fumar porque es un espacio abierto con suficiente ventilación. Los bares y restaurantes alrededor de ella tienen delimitada el área de fumadores en la terraza y la de no fumadores en el interior de los locales.
En el Centro Comercial El Recreo, en el sur, la política es diferente. Además de la restricción, se ejecuta una campaña para desincentivar el consumo de tabaco. En varios pasillos hay señales que indican la prohibición de encender cigarrillos. Varias columnas están cubiertas con gigantografías con la imagen de un cigarrillo gigante. Ahí hay mensajes de advertencia.
Luego de la reforma del Reglamento a la Ley Orgánica del Consumidor, en el 2006, en el artículo 54 hay una lista de 24 lugares en los que está prohibido fumar cigarrillos. “Excepcionalmente, se tolerará el consumo de cigarrillo en bares, discotecas, casinos y centros de diversión nocturna”.
En España, la normativa vigente a partir del 2 de enero es más drástica. En ese país, la ley anti tabaco aprobada por el Congreso prohibe fumar en todo lugar accesible al público o de uso colectivo, con independencia de su titularidad pública o privada.
La norma exceptúa y regula el consumo en siete lugares: habitaciones de hotel, clubes privados de fumadores, espacios abiertos en universidades, cárceles, hospitales psiquiátricos, residencias de adultos mayores y de personas con discapacidad.
Para Patricio Jácome, miembro del Comité Interinstitucional de Lucha Antitabáquica del Ministerio de Salud, en el Ecuador la norma sobre el consumo de tabaco aún es muy flexible.
En su opinión, las sanciones son inaplicables porque “no se puede poner a un inspector detrás de cada persona”.
En La Mariscal, Andrés Villalba, acompañaba su cerveza con un tabaco en una de las mesas, en el patio exterior del bar-restaurante Este Café. En su local no hay una política restrictiva al consumo de cigarrillos. En otros restaurantes de la zona hay señales que indican la prohibición.
Ricardo Constante, administrador del restaurante Mayflower, por ejemplo, explicó que la política se adoptó acatando la normativa y porque la mayoría de clientes no fuma.