El ozono en el ambiente puede provocar tos, irritaciones en la faringe y ojos, así como otras dificultades respiratorias como garganta seca. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
El olor a humo se pudo percibir durante toda la noche del martes y la madrugada de este miércoles 15 de enero del 2020, en el norte de Quito. Desde las parroquias de Pomasqui y San Antonio de Pichincha, un resplandor rojo sobre el complejo montañoso del occidente evidenciaba el incendio del volcán Casitagua, que empezó a las 10:00 de ayer y que hasta el momento no ha podido ser controlado.
Una espesa capa de humo cubrió el norte de la ciudad de Quito. El cielo azul se veía opaco. La Secretaría de Ambiente emitió un comunicado en el que señalaba que según la Red Metropolitana de Monitoreo Atmosférico de Quito, debido al incendio de Casitagua, los niveles de material particulado PM10 se encuentran elevados en esta zona de la urbe.
“Las emisiones de compuestos orgánicos volátiles sumadas a los altos niveles de radiación UV podrían generar concentraciones de ozono troposférico en el ambiente, especialmente en Carapungo, San Antonio de Pichincha y Pomasqui” reza el informe.
El ozono puede provocar tos, irritaciones en la faringe y ojos, además dificultades respiratorias como garganta seca, en especial en personas que padecen asma, rinitis, enfermedades crónicas respiratorias y alergias.
Para el neumólogo Víctor Martínez, la exposición a largo plazo a ese tipo de situaciones puede provocar afectaciones a la salud. Las principales son ardor y resequedad en los ojos, estornudos, picazón en la piel expuesta, resequedad de fosas nasales y labios, y secreciones.
El médico recomienda no realizar actividades al aire libre como ir al parque, practicar deportes, trotar, jugar fútbol, ir en bicicleta o salir a pasear con menores de edad, debido a las condiciones climatológicas actuales. Si por necesidad debe salir, utilice gafas, protector solar y mascarilla. Se debe proteger la nariz y la boca con pañuelos o bufandas para cubrir los ojos y las vías respiratorias.
El índice quiteño de calidad del aire transforma las concentraciones de contaminantes en el aire en un número y lo clasifica en una tabla. De 0 a 50 es deseable, de 50 a 100 es aceptable, de 100 a 200 de precaución, de 200 a 300 alerta, de 300 a 400 alarma y de 400 a 500 emergencia.
A partir de 100, supera la norma establecida en el Distrito. Las dos estaciones de monitoreo que tiene la Secretaría de Ambiente más cercanas al lugar del incendio están en Cotocollao y Carapungo.
A las 10:30, la de Cotocollao alcanzó un nivel de 114, es decir de precaución. Debido a la dirección del viento, el material fue llevado a esta zona. En las zonas de San Antonio, Carapungo y Belisario, el rango es aceptable, y en el resto de sectores de Quito, la cantidad de material participado es deseable.
Este incendio también genera un impacto en la naturaleza. El ambientalista Wilmer Morales indica que las llamas matan animales silvestres y termina con la fauna propia del sector. Se pierden especies nativas, lo que afecta especialmente a las quebradas. El humo ahuyenta a aves y roedores.
El concejal y experto en aves Juan Manuel Carrión señala que el incendio del volcán es una catástrofe ecológica. Con las llamas se pierde una cobertura boscosa del matorral de bosque seco andino que es muy particular. “Hay algarrobos, bromelias, matorrales pequeños que son exclusivo de bosques secos y hay una fauna asociada de reptiles, aves y mamíferos”, indica.
Morales considera que las partículas que flotan en el aire al momento y que generan ese impacto en la salud, pudieran asentarse siempre y cuando llueva en la ciudad.