Quito logró reducir el consumo de agua en medio de una de las sequías más severas de los últimos años. Durante el cierre de 2024, la ciudad enfrentó cortes programados que afectaron a miles de familias, pero también destacó por un compromiso ciudadano que permitió un ahorro significativo del recurso.
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Quito disminuye el consumo per cápita de agua
La sequía que golpeó a Quito obligó a tomar decisiones urgentes para preservar los niveles de los embalses. Verónica Vásquez, gerente de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), informó que el consumo de agua per cápita en Quito bajó de 146 litros diarios por habitante en octubre a 142 litros en diciembre.
“Cuatro litros podrían parecer poco, pero ese ahorro puede abastecer a 40 000 personas más”, destacó Vásquez. Este resultado refleja el esfuerzo colectivo y la respuesta positiva a las campañas de concienciación sobre el uso responsable del agua.
Sin embargo, el consumo per cápita de agua potable debe ser de 100 litros de agua.
Cortes de agua, ¿inciden en la baja del consumo de agua?
Entre septiembre y diciembre de 2024, los racionamientos de agua afectaron a barrios del sur de Quito. La medida alcanzó al 4% de la población, especialmente en zonas altas y periféricas abastecidas por la planta de Puengasí.
“El sistema Pita, que alimenta esta planta, registró sus niveles más bajos en octubre. Los racionamientos evitaron un colapso mayor y garantizaron la estabilidad del suministro”, explicó Vásquez.
Los cortes, que en algunos sectores se extendieron hasta 12 horas diarias, fueron una respuesta inmediata a los más de 40 días consecutivos sin lluvias. Estas acciones permitieron que la planta continúe abasteciendo a aproximadamente 650 000 personas, mientras se mitigaban los efectos de la sequía.
¿Cuánto afectaron los cortes? Si el año 2024 cerró con una reducción en el consumo de agua, lo que debió consumir el agua no incide tanto a la estadística general, contó a EL COMERCIO un funcionario de la Empaps, que prefirió el anonimato.
Agregó que históricamente, cuando hay sol y clima seco, la tendencia natural es que el consumo per cápita de agua en Quito incremente; en tiempos de lluvia, menos. “Uno se guarda más, tiene menos sed, deja que la naturaleza se encargue de regar el jardín o los parques”, dice.
Los sistemas hídricos de Quito, en niveles óptimos
A pesar de la crisis climática, los sistemas hídricos de Quito estuvieron abastecidos. El Sistema Mica Quito Sur, que provee agua al sur y centro de la ciudad, operó por encima de su cota mínima. Asimismo, el Sistema Papallacta, responsable del 45% del suministro de agua de la ciudad, mantuvo niveles adecuados gracias a la capacidad de sus embalses.
Sin embargo, el Sistema Pita enfrentó mayores desafíos. Sus niveles críticamente bajos en octubre llevaron a implementar los racionamientos. Estas medidas garantizaron el suministro en el corto plazo y evitaron afectaciones más amplias.
Con la llegada de las lluvias en diciembre, Quito logró superar los racionamientos y estabilizar su suministro hídrico. Ahora, el Municipio se prepara para presentar un informe detallado el próximo 17 de febrero de 2025. Este documento incluirá un análisis de las acciones tomadas y propuestas para mejorar la gestión del agua en el futuro.
Esto incluye las tarifas diferenciadas. El 19 de noviembre, el Concejo Municipal aprobó un exhorto al Alcalde de Quito para una revisión de las tarifas de agua potable. Según la propuesta del exhorto, la diferenciación debe tener en cuenta los niveles de consumo y la condición socioeconómica del barrio.
“La experiencia de 2024 nos deja una lección clave: la cooperación entre autoridades y ciudadanos es vital para enfrentar las crisis. Ahora debemos continuar fortaleciendo nuestras estrategias para garantizar agua para todos”, concluyó Vásquez.
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