La construcción del metro puede ser un pretexto para cambiar el entorno arquitectónico de la ciudad. Por ejemplo, en el sur se podrían levantar escuelas y casas lineales con áreas verdes comunales. De acuerdo con un estudio de Harvad, entre El Calzado y Solanda se podría evidenciar la mayor transformación urbanística.
Veinte estudiantes de Arquitectura, Diseño y Paisaje de esa universidad, durante un año, elaboraron un informe sobre el impacto urbanístico, a raíz de la implementación de la infraestructura para el nuevo sistema de transporte. Concluyeron que se podrían ejecutar 11 proyectos, que están recogidos en el libro ‘Una Línea en los Andes’.
Según Felipe Correa, director del estudio, se concibe al metro y a las paradas como anillos urbanísticos donde se puede introducir espacios recreativos, culturales y de servicio peatonal.
Por ejemplo, las estrategias para El Calzado y Solanda son la consolidación de parques con equipamientos recreativos y espacios educativos junto a la estaciones del metro. Allí, además, pueden surgir nuevos tipos de viviendas, de forma lineal, para que el espacio sea más peatonal.
En Solanda, además, se propone recuperar el barranco del Machángara. En opinión de Correa, el metro es una oportunidad para recuperarlo ecológicamente y como un espacio público. En el estudio, de 416 páginas, se propone un acceso limitado de carros, en especial del transporte público, al Centro Histórico.
Los estudiantes Jennifer Esposito y Nathan Shobe plantean que los buses circulen por los bordes del centro, como por las avenidas 24 de Mayo y Pichincha. El propósito es repotenciar la peatonización en ese sector y en toda la ciudad. Correa explicó que está comprobado que las personas caminan más distancias si el ambiente es más acogedor. “El metro puede generar grandes espacios de calidad en la superficie”.
En el Centro, incluso, se plantea la construcción de una miniterminal por el sector de la 24 de Mayo. Esto ayudaría a establecer nuevas conexiones entre el centro y zonas aledañas como el Itchimbía y El Panecillo.
En el norte, los proyectos reorganizan las paradas como nuevos distritos urbanos. A La Alameda se la define como el nuevo acceso al Centro Histórico y a El Ejido como una zona cultural y educativa.
Para Mauricio Moreno, arquitecto y urbanista, las salidas de las estaciones son puntos de concentración de personas y se convertirán en las nuevas centralidades urbanas. Por eso cree que a la par de espacios comerciales se debe aprovechar estos sitios para generar proyectos que cambien el espacio público y el paisaje urbano.
“Allí hay una enorme potencialidad para producir cambios en el uso y la calidad del espacio público”. Para Édgar Jácome, gerente de la Unidad Metro de Quito, el estudio de Harvard es una visión académica que traza potenciales formas de desarrollo urbano y que el Municipio acogerá para delinear nuevos proyectos para hacer de Quito una ciudad más dinámica y moderna.
Un año duró el estudio
En la investigación participó un equipo de 20 alumnos, provenientes de Georgia, Australia, Estados Unidos, Ecuador, México y Canadá.
Se escogió Quito por ser una capital latinoamericana de tamaño mediano. Está en buena posición para liderar procesos de transformación urbana.