Funcionarios de la Administración Zonal Eugenio Espejo entregaron kits de alimentos a las personas en situación de vulnerabilidad que residen en el barrio La Comuna, en el noroccidente de Quito. Fotos: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
Para llegar al lugar en el que viven Esther Candiota (82) y María Emilio Chango (91 años) hay que trepar una loma empinada, a través de un pequeño camino de tierra. Su casa, una estructura de adobe sostenida con palos y planchas de zinc corroídas, está ubicada en lo más alto del barrio La Comuna, en el noroccidente de Quito.
Arriba de su hogar, que comparten con tres perros y un gato, solo hay bosque y abajo la postal de la ciudad, que desde las alturas, se ve extrañamente apacible.
Este par de adultos mayores fue el beneficiario de uno de los 300 kits de alimentos que entregaron los funcionarios de la Administración Zonal Eugenio Espejo del Municipio de Quito, la mañana de este miércoles 29 de abril del 2020.
En la puerta de la casa de Esther y María Emilio colgaba una funda blanca. Ese fue el distintivo que colocaron para que los funcionarios municipales sepan que necesitaban ayuda.
La idea de la administración municipal, que se ha extendido a otros sectores de la ciudad, es que cada familia con situación de vulnerabilidad coloque una bandera blanca en algún lugar visible para que reciban la ayuda.
A pesar de lo complicado que ha sido su vida desde que empezó la cuarentena, Esther logra dibujar una sonrisa que se fuga por la mascarilla que cubre su boca y nariz. Dice que ella y su esposo se han mantenido comiendo los pocos alimentos que tienen, sobre todo, máchica y morocho, pero que hoy va a preparar un buen plato de arroz.
El kit que le entregaron contenía, además, una funda de fideos, avena, sardinas, lentejas, azúcar y canguil. Ana Cristina Romero, titular de la Administración Zonal Eugenio Espejo, dice que cada uno de estos kits puede durar entre 3 a 5 días dependiendo del número de personas que vivan en una casa.
Hasta el 29 de abril, la Administración de esta zona ha entregado 10 mil kits de alimentos, desde que inició la emergencia sanitaria.
Enma Lugmaña (53 años) es otra de las personas que recibió el kit de alimentos. Mientras espera que los funcionarios municipales lleguen hasta su casa su mirada se pierde en algún recuerdo del pasado. Cuenta que en su hogar viven ocho personas, entre ellos varios niños. “Para nosotros este último tiempo ha sido fatal. Nos piden que nos quedemos en la casa pero no tenemos ningún ingreso para sobrevivir”. Antes de que empiece la emergencia sanitaria ella se dedicaba al reciclaje y su marido al trabajo en la construcción. “Ninguno de los dos hemos conseguido ningún ingreso económico en estos días”.