La voz de Gerardo Morán en su canción En vida se escucha con fuerza. La acera occidental de la calle J, sector Solanda, en el sur de Quito, está llena de vendedores de pinchos, fritada, juguetes, discos, etc. Los aromas de la comida se mezclan cuando la tarde cae.Al otro extremo de la ciudad, un bus de la cooperativa Alborada avanza lentamente por la avenida Jorge Garcés, en el ingreso al Comité del Pueblo. Una fila de siete vehículos le sigue, mientras que decenas de peatones caminan junto a las llantas de los carros. Allí, las veredas también están ocupadas por vendedores de fruta, ropa, juguetes, música, etc. Hay personas que se detienen para observar y comprar.
En ambas vías, ubicadas en el sur y en el norte de la ciudad, el Cabildo busca ordenar el comercio informal. En Solanda, el proyecto avanza. Ya fue discutido con los vendedores.
Según César Andrade, administrador de la Zona Eloy Alfaro (sur), los comerciantes están involucrados. “Hemos recogido sus observaciones. Ha sido un proyecto que se ha construido sobre la base del diálogo”.El proyecto, que tiene un costo de USD 1,5 millones, busca reubicar a los comerciantes en una plataforma encementada, ubicada en la calle José Prieto, junto a la Liga Barrial. Después, el Cabildo trabajará en el ensanchamiento de las aceras, la arborización y la colocación subterránea del cableado eléctrico.
El nombre completo de la calle J es José María Alemán. Primero la identificaban como la José María y después como la J.
Datos del Cabildo indican que tiene 1200 metros y se extiende desde la av. Solanda hasta la Ajaví. Pero el comercio informal se instala en 10 cuadras. Además, hay negocios en la planta baja de las casas, de dos y de tres pisos.
Ana Faicán, presidenta desde hace 10 años de la Asociación José María Alemán, que trabaja en este sector, dice que los comerciantes dieron vida a esta calle. Recuerda que en el 2000 apenas eran 30 vendedores.
“Desde el 2005, los dueños de casa se dieron cuenta de lo concurrido que era el sector y comenzaron a derrumbar las salas y a construir locales. Nosotros también aumentamos. Al no pagar arriendo, los productos se abaratan. Tenemos de todo”.
Elizabeth Lara, moradora del sector Uno de Solanda, apoya la reorganización. “En las noches, especialmente de los fines de semana, no hay por dónde pasar. Las veredas están llenas y las calles congestionadas”.
En el Comité del Pueblo, en cambio, los comerciantes y el Municipio buscan entablar un proceso de negociación, que aún no tiene plazos ni acuerdos.
Allí hay tres asociaciones de comerciantes informales. La 2 de Junio agrupa a 173 vendedores; la 18 de Septiembre, a 123 y la Pachacutic, a 43.
Según Rosa Pichogaón, ex presidenta de la Asociación 2 de Junio y moradora del sector, cuenta que en la administración anterior del Municipio se aprobó un proyecto de reubicación al estadio, localizado en la av. Jorge Garcés y Adolfo Klinger.
Pero Oswaldo Granda, administrador de la Zona Eugenio Espejo (norte), asegura que ese plan no es viable. Una de las razones: el terreno no es de propiedad del Municipio, sino de los comerciantes. “El Municipio está impedido de invertir en propiedad privada”. Otra: se le quitaría la cancha deportiva al colegio Benjamín Carrión.
El Administrador sugiere que la reubicación sea en un espacio abandonado, en las calles Francisco Endara y Jorge Garcés, en la Zona 6 del Comité.
Para Pichogaón, la propuesta municipal no es funcional. “Hace seis años nos trasladamos a ese sitio, pero cada comerciante apenas vendía USD 2 diarios. El lugar es desolado y nos tocó volver a la calle. “No nos trasladaremos al mercado que quiere construir el Municipio”.
La dirigente tiene un puesto de legumbres, de 2 x 1 m, sobre la acera de la Juan Molineros y Eloy Alfaro, a la entrada del Comité.
Laura Celín, vecina del sector y propietaria de una casa de dos pisos, está de acuerdo con la reubicación. “Me parece bien que se les traslade a otro sitio, pero que sea donde puedan vender”.
El proyecto municipal de reubicación de los comerciantes que se instalan en las calles debía empezar el pasado lunes. Estaba previsto que ese día no se les permitiera ocupar las aceras a los vendedores de la calle Michelena. Pero los comerciantes se opusieron y el proyecto se paró. Ellos pidieron que el proceso empezara luego del Año Nuevo.