El olor a fritada, pollo, cuy, tripa asada, morocho, colada morada’ es penetrante mientras se camina por las veredas de la av. Michelena, en El Pintado, en el sur de Quito.
Todos los días, luego de las 17:00, el movimiento comercial aumenta en esta calle, que lleva el nombre del Subteniente Manuel Michelena. Según la historia, él participó, en 1 904, en la defensa del territorio ecuatoriano, durante la guerra con Perú.En esta calle, las aceras de 2,50 m son ocupadas por 200 comerciantes informales, agrupados en tres asociaciones.
Allí se instalan carpas, donde se ofertan peluches, ropa, teléfonos, zapatos, comida, etc.
Rubén García, un quiteño fabricante de camisas, tiene un local en el lugar, desde hace 22 años. Él abrió uno de los primeros negocios de ropa.
“Fui pionero en vender vestimenta. Había puestos de comida. El sabor tradicional siempre fue uno de los atractivos de esta zona”.
Según el libro ‘Saberes Culturales y Memoria Colectiva’, publicado por el Fondo de Salvamento (Fonsal), el local más tradicional de la calle es la picantería de Isabel Nazca, en la intersección con la calle Rafael Grau. Ahora, ahí hay un letrero luminoso: ‘Picantería Isabelita’.
Según artículos de prensa y el libro, hace 20 años, la dueña de este negocio tenía problemas con los policías metropolitanos por deambular en las calles. Eso la obligó a vender platos ambateños y tripas en un local fijo.
El escenario de la calle era distinto. A finales de los setenta e inicios de los ochenta, era empedrada y con algunos potreros a lo largo de las siete cuadras. Las dos líneas de transporte público que atravesaban la Michelena, en esa época, eran San Juan- Pintado y Tola-Pintado.
Un punto de encuentro era la intersección con la calle Gonzalo Cabezas, al sitio se lo denominaba La Base. Roberto Mena, un comerciante latacungueño de zapatillas, es un testigo del cambio que sufrió la Michelena en los últimos 15 años y de cómo se instalaron 57 puestos para vender ropa y 21 para ofertar comida.
Aunque no hay un estudio comprobado de cuánta gente transita por el lugar, Mena cree que son 1000 personas diarias. “Hay clientes de años que vienen pasadas las 18:00”.
Desde esa hora, actualmente, se puede ver a cientos de personas vestidas de terno que llegan a comer en los lugares tradicionales, o a comprar ropa o zapatos.
Otras llegan solo a caminar y mirar los precios de televisores o equipos de sonido, en las vitrinas de los nueve locales de artefactos que están a los dos costados de la transitada calle.
La Michelena va de oriente a occidente. La circulación vehicular por los cuatro carriles está permitida en los dos sentidos. Son 350 metros desde el redondel de la Atahualpa hasta la avenida Mariscal Sucre.
Luis Pizuña, vecino que frecuenta la Michelena, recuerda que las grandes cadenas de locales de artefactos se instalaron en el lugar en los últimos 10 años.
Él cree que eso también ha influido en el precio de los arriendos de un local, para abrir un negocio. “Antes costaba hasta USD 300. Hoy cuesta entre USD 700 y 1000 arrendar un local”.
Pizuña, de 54 años, frunce el ceño, lleva sus manos a la cabeza y se lamenta por la falta de control del Municipio a los comerciantes informales, en los últimos años. Este tipo de ventas no es reciente. En el libro del Fonsal ya se detalla que hace 25 años un señor vendía musgo y bombillos en la calle. Hoy eso se oferta solo en temporada de Navidad.
El tránsito también ha influido para el crecimiento de la zona. Un estudio del 2007 reveló que por allí transita un promedio de 30 000 autos cada día. Además, pasan por esta calle ocho rutas de buses de seis cooperativas.
La gran afluencia de gente y vehículos también genera inseguridad. Roberto T., vecino que prefiere no identificarse por seguridad, denuncia que hay venta de droga y robos pasadas las 21:00 . La Unidad de Policía Comunitaria está frente al redondel Atahualpa. Allí no tienen cifras sobre la inseguridad.
El proyecto de regeneración
El Fondo de Salvamento (Fonsal) firmó un contrato por USD 507 000 para la ampliación de veredas, el soterramiento de cables y obras complementarias para mejorar la calle.
El inicio de los trabajos se anunció para esta semana. Sin embargo, los comerciantes y los dueños de locales se opusieron por no tener un acuerdo.
Eso obligó a la Administración Zonal Eloy Alfaro a cambiar los cronogramas de trabajo. Una de las razones fue que la obra se terminaría en 100 días. Eso afectaba a las ventas de diciembre.
¿Se ejecuta o no la obra? El alcalde Augusto Barrera fue enfático en responder que el proyecto no se va a detener por una oposición sin fundamento, peor por intereses políticos.
“El diálogo es la característica de esta administración. Se hizo una reprogramación de las fechas, no se ha suspendido el proyecto de cambiar la imagen”.
Los dirigentes de los comerciantes y los vecinos del barrio participarán en más reuniones en los próximos días.
Según una encuesta del 2008, 395 familias de las 450 respaldaban una reubicación de los comerciantes informales.