En Cochapamba y en Carcelén, unos 200 niños y jóvenes participan en el campamento vacacional. Ellos cantan, bailan y aprenden a dibujar en grupos.
Yo tengo un amigo llamado Damián y lo he abandonado por no saber bailar. Es el coro que repetían los 41 niños y niñas, de entre 6 y 8 años, que ayer formaban un círculo en las canchas de Cochapamba, en el norte.
Junto a ellos, tres grupos más de niños de diferente edades, esperaban su turno para responder con otra canción. Se desesperaban por cantar.
A las 11:15, la mañana estaba soleada. La mayoría protegía sus rostros con gorras. El lugar estaba decorado con globos rojos y con cuatro pancartas, en las que se leían las frases: Gumigusanos (6 a 8 años), Pitufos (3 a 5), Tuberculosos (9 y 10) y Gladiadores (11 a 13).
Eran los nombres de los grupos de chicos que participan en la colonia vacacional Quito Verano 2011, que se abrió en todo el Distrito Metropolitano de Quito.
Cuando los Gumigusanos terminaban su canción, gritaban: “ahora que canten los Tuberculosos”. Y los más grandes empezaban a bailar y a cantar: “pies, pies pies, todos muevan los pies, cuando un quiteño baila…”.
Los chicos se divertían. Los Pitufos, el grupo de los más pequeños, estaban atentos al juego, otros permanecían agarrados de las manos de sus instructores. Unos cantaban y otros se entretenían comiendo las galletas, que los dirigentes del barrio repartieron. Fuera de su grupo, un hombre araña correteaba por la cancha con un helado de chocolate que se derretía poco a poco.
Todos cantaban con entusiasmo. Unos lo hacían gritando, con tanta fuerza que parecía que los ojos se les iban a salir. Otros, lo hacían en voz más baja, pero todos disfrutaban y lo demostraban con una sonrisa.
Jacqueline Zapata, de los Gumigusanos, cerraba los ojos y extendía sus brazos hacia los costados, mientras cantaba. Se movía con soltura e incentivaba a su amiga, parada a su lado, a cantar y bailar como ella lo hacía. “Así, haz así”, y movía sus brazos.
A las 11:50, mientras la batalla de canciones continuaba, un grupo de teatro se preparaba para presentar un show. Cuando ya estaban listos, los instructores de los grupos formaban en fila a los niños y los hacían sentar en los graderíos de la cancha.
“Vamos, siéntense que ya salen los payasos”, gritaba Yadira Carvajal (18 años), una de las instructoras. Entre risas, gritos y mucho movimiento, los pequeños finalmente se acomodaban.
“¡Qué salgan los payasos, qué salgan los payasos!”, coreaban al mismo tiempo los cerca de 150 niños que asisten a la colonia vacacional, en la cual se realizarán actividades lúdicas, deportivas, recreativas y culturales.
En medio de la cancha, aparecieron dos payasos con un par de pinos cada uno, para hacer malabares. Saludaban a los niños y les preguntaban ¿cómo están? “Bien”, respondían todos juntos. Arrancaban con el show: malabares, chistes y juegos. Se escuchaban gritos y risas.
Después del mediodía, el espectáculo terminó y los chicos recibieron un almuerzo. Hoy regresarán para otro día de colonia, que durará hasta el 29 de julio.