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De chiva a chivateca, Bus Party, tranvía y restaurante en fiestas de Quito

Las chivas tradicionales y chivatecas ofrecen recorridos por la ciudad con bandas de pueblo o DJ y  canelazos. Foto: Paúl Rivas  / EL COMERCIO

Las chivas tradicionales y chivatecas ofrecen recorridos por la ciudad con bandas de pueblo o DJ y canelazos. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO

Las chivas tradicionales y chivatecas ofrecen recorridos por la ciudad con bandas de pueblo o DJ y canelazos. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO

Hace 21 años, La Consentida debutó en fiestas de Quito. Es una chiva tradicional manabita, de la cooperativa Poza Honda. Diego Artunduaga y su familia la adquirieron para cambiar el concepto de la farra en la conmemoración de la fundación de Quito.

Trajeron un vehículo para que la gente celebrara mientras disfrutaba de los atractivos de la ciudad. Una banda de pueblo tocaba en la parte superior y abajo la gente disfrutaba del paseo mientras saboreaba un tradicional canelazo.

Para 1998, Artunduaga alquiló tres chivas más de Poza Honda y poco a poco compró más vehículos como la Chivita Loca, un carro pequeño que llegó para las actividades del certamen Miss Universo, realizado en Quito en el 2004.

Como en los últimos años, este 2017 la demanda de la modalidad tradicional de las chivas bajó. Desde el 2007, cuando se endureció la Ley de Tránsito y se prohibió llevar a personas arriba del vehículo, fue necesario hacer cambios y reducir la presencia de los músicos de las bandas de Cotocollao, San Enrique de Velasco, Pomasqui y Quero. El incremento de los controles fue el origen de las chivatecas.

La mayoría de asientos fueron retirados. En su lugar hay tubos para concursos de baile. En vez de músicos hay parlantes, un DJ programando los éxitos del momento y hasta hay karaoke a bordo. En las calles proliferan camiones con estructuras adaptadas atrás que reemplazan a las chivas.

En La Chiva de mi Pueblo aún está disponible la opción de la banda. Pero solo el viernes, cada chivateca tuvo contratos para seis viajes mientras que las tradicionales tenían entre tres y cuatro recorridos.

Artunduaga lamenta que la innovación afecte a la gente. Las tarifas varían, pero el viernes (día de alta demanda) contratar una chivateca con capacidad para 50 pasajeros costaba USD 400, mientras los carros con banda, 380. La idea es incentivar a la gente para que elija la tradicional.

Con los años aparecieron otras opciones de entretenerse sobre ruedas, como el Bus Party, una discoteca ambulante nacida como una idea más moderna que la chiva.

En el 2014 llegó la opción del Trolley. Se trata de dos buses construidos en Ambato, al igual que el restaurante rodante. Este es un servicio de ‘city tours’ enfocado a turistas extranjeros, según la gerente de ventas, Andra Swigilsky.

Es una réplica del tranvía que 100 años atrás rodaba por Quito. Son dos vehículos para 20 y 27 pasajeros. Además, tiene el servicio a la Mitad del Mundo y una opción nocturna que agrega paradas para degustar delicias típicas de Quito. Los recorridos cuestan USD 15.

La Casa 1028, en cambio, llegó para introducir una nueva forma de vivir las tradiciones quiteñas. Se trata de un restaurante sobre ruedas que ofrece un menú que incluye locro quiteño, humitas, rissotto de quinua, higos con queso, entre otras delicias.

Fue difícil introducir el concepto, confiesa su gerente, Francisco Rodas. En las Fiestas de Quito del 2011, cuando se inauguró el servicio, la gente pensaba que el bus los llevaría a un restaurante del Centro. Pero se extrañaban al ver que la mesa estaba a bordo.

Con el tiempo, la propuesta tuvo acogida y los contratos para parejas o grupos por cumpleaños, aniversarios y otras celebraciones aumentaron. Isabel Peñafiel y Luis Suárez pasearon, el pasado jueves, por dos horas y media con un menú y servicio incluido por USD 42. Y disfrutaron de los relatos del guía Daniel Villacís.

No es una guianza tradicional, sino anecdótica. Él cuenta datos curiosos de la plaza de San Francisco o El Panecillo, lo que despierta sorpresa y risas, y cierra su intervención en la Plaza Grande con el relato de la leyenda que da el nombre al restaurante: La Casa 1 028.

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