Los semáforos otorgan seguridad en el momento de cruzar la vía. Foto: Pavel Calahorrano / EL COMERCIO
Ya no hay deslizamientos, huecos ni fierros en medio del trayecto. El Chaquiñán, una ruta ecológica que va desde Cumbayá hasta Puembo, pasó de ser un lugar descuidado y deteriorado y se convirtió en un trayecto señalizado, con taludes reforzados para evitar derrumbes y que ahora cuenta con semáforos en los cruces.
El deterioro se notaba en varios puntos de la ruta. Estaban identificados al menos seis sitios de riesgo, donde los desniveles y peñas inestables ponían en riesgo a los cerca de 20 000 usuarios (su mayoría ciclistas y atletas), que utilizan el sendero los fines de semana. A inicios de año, el kilómetros 15,5 presentó varios derrumbes que cubrieron el sendero.
Bélgica Altamirano, quien vive en la urbanización El Tajado, en Tumbaco, habla incluso de robos de bicicletas a los niños y asaltos a los adultos debido a la falta de seguridad, escasa iluminación y terrenos baldíos cercanos. Lo que Altamirano calificaba como un camino de tierra, ahora es una sendero limpio, seguro y rodeado por vegetación.
En la entrega de la rehabilitación integral de la ruta, Alejandro Larrea, gerente de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas, junto con medios de comunicación y algunos vecinos, participaron en un recorrido por la zona intervenida.
En el primer kilómetro, los cambios fueron visibles: hay un semáforo con pulsador para aquellos ciclistas que desean cruzar la calle Juan Montalvo. El camino está bien definido y en aquellas zonas donde hay pendientes se colocaron pasamanos de madera.
Lo que más llamó la atención a Lola Cabrera fue la instalación de bebederos para personas y mascotas. Antes, dice ella, no había ni bancas donde sentarse ni tampoco lugares adecuados para hacer un asado o una mesa compartida.
Hoy, el lugar cuenta con bancas de madera, mesas ecológicas y nuevos juegos infantiles. Siete portales, que conectan el sendero con espacios verdes, fueron rehabilitados.
Altamirano y Cabrera coinciden en que lo más peligroso era tener que atravesar los sectores donde el Chaquiñán se cruza con avenidas. Debido a las curvas y a la velocidad de los autos, corrían el riesgo de ser atropellados, sobre todo cuando quienes cruzaban eran niños. Por eso, la importancia de los nuevos cruces seguros que se implementaron.
En cada uno de los puntos donde hay intersección se colocó señalización horizontal con pintura verde y líneas canalizadoras para los peatones. En el suelo se dibujó la silueta de una persona y una bicicleta.
Además, se colocaron rompevelocidades, flechas de direccionamiento y señales de pare, ceda el paso, entre otras.
Según Larrea, se ubicaron 36 señales como prevención por el cruce de ciclistas, 33 más por cruce de vehículos. Asimismo, 197 bolardos. La inversión del Municipio de Quito tuvo un costo de USD 460 000.
La experiencia de recorrer el Chaquiñán va más allá de montar bicicleta o caminar en familia. Cruzar el trayecto significa respirar aire puro, ver mariposas y aves, conocer nuevos paisajes… Ver la ciudad desde otra perspectiva. Como parte de la intervención, se sembraron 42 884 nuevas plantas de distintas especies. Además, 921 nuevos árboles se ubicaron a lo largo del trayecto y se podaron 98 ya existentes.
El recorrido finalizó en el parque La Viña, un lugar de 7 000 metros cuadrados, a un lado del Chaquiñán. Allí se realizó un evento para celebrar el apadrinamiento del espacio verde por parte del Comité promejoras del barrio La Viña. Francisco De la Torre, presidente del sector donde viven unas 340 familias, contó que los moradores se comprometieron a darle mantenimiento por dos años. El ahorro anual para el erario gracias al apadrinamiento será de USD 21 000.
El Chaquiñán está abierto todos los días, de 06:00 a 18:00. Lo único que se recomienda a los ciclistas es cuidar las instalaciones, usar ropa adecuada y, por supuesto, un casco.