El Fondo de Salvamento (Fonsal) y el Municipio se dedican a preservar 130 edificaciones monumentales y 5 000 inmuebles del inventario de bienes patrimoniales. Además, las calles y plazas del Centro Histórico.
Sin embargo, el esfuerzo es insuficiente para mejorar todo el espacio histórico que cubre una superficie de 320 hectáreas.Todavía hay lugares con problemas: falta de señalización turística, malos olores, inseguridad y basura. Calles, pasajes y plazas que son escenarios para los negocios sexuales e ilícitos.
También hay plazas donde las personas que consumen licor a diario convierten en urinario las paredes con piedra histórica.
Por ejemplo, el viernes, Germán Almeida, de 50 años, estaba apoyado en el balcón de piedra de la Catedral Metropolitana. Él vive en San Blas y contó que por las noches aparecen personas en estado etílico y se orinan en cualquier parte.
Almeida dijo que ese es un problema que no se supera. “No hay servicios higiénicos. Debe haber más control a los borrachos”.
Junto a Almeida estaba su sobrina Josselynes, de 16 años, quien tenía una funda de grosellas. La niña arrojó las pepas sobre el piso de piedra que tienen huellas de chicles pegados.
En cada piedra hay entre tres y seis manchas blancas y negras, causadas por las gomas de mascar. Estas son arrojadas en veredas y pasajes peatonales.
Las marcas del chicle no se borran a pesar que en el 2009 se hizo una limpieza. El Cabildo gastó USD 180 000 en la tarea.
Se calculó que en un metro cuadrado se pegan hasta 36 chicles. En sitios transitados, hasta 100. Así, para quitar un chicle del piso que cuesta entre USD 0,05 y 0,25 se gasta USD 1,65, por metro cuadrado.
Esa limpieza y el barrido de ocho veces al día no ayudan a eliminar los olores y mantener el aseo del centro. Enrique Romero, policía metropolitano de 55 años, es testigo de eso porque soporta el hedor. Él debe recorrer a diario las afueras de las iglesias con malos olores y basura.
La última inversión por parte del Fonsal, hecha la semana pasada, fue de USD 260 500 en la compra de tres recolectores para la limpieza del centro.
No es la única falencia en la joya histórica de la ciudad. Marc Bissonnette, turista canadiense, no dejaba de tomar fotografías en la Plaza Grande, el viernes. Sujetaba un mapa y una cámara fotográfica. Consideró a Quito como amigable. Pero le llamó la atención los pocos rótulos informativos para los turistas.
Eduardo Rodríguez, de 56 años, estaba sentado en una de las bancas y recordó que hasta hace dos años, policías de turismo guiaban a los extranjeros.
Actualmente, guían policías metropolitanos y personal de los seis puntos de información de la Secretaría de Turismo. Según este entidad, hay 22 señales informativas y un plan en marcha para mejorar la señalización.
“Ahora no hay quién les explique nada. A mí me ha tocado hacer de guía”, manifestó Rodríguez. Y aunque reveló que ha visto robos a turistas, tenía una cámara colgada en su cuello.
Uno de los últimos sucesos que vio fue cuando un hombre le untó de mostaza el pantalón a un turista. “Le ayudaba a quitarse la mancha y le robaba”.
En el centro hay asaltos y robos a pesar de la vigilancia de 130 policías metropolitanos, con rondas diarias. Hay 29 miembros de la Policía Nacional que patrullan a pie. Los operativos de las dos policías tampoco han ayudado para que no se promueva el negocio sexual en las calles, especialmente en la Flores.
El Municipio y el Fonsal multiplicarán esfuerzos por solucionar los problemas, pues Quito será Capital Americana de la Cultura en el 2011.