178 cédulas están olvidadas en el Municipio, ubicado entre las calles Venezuela y Chile. Foto: María Isabel Valarezo / EL COMERCIO
Las cédulas de identidad tienen usos que sorprenden. En ocasiones, sirven como prendas para fiar en tiendas y licorerías o como “pases” para ingresar a una oficina pública o privada.
178 cédulas y 30 credenciales (licencias, papeletas de votación y otras identificaciones) descansan en cajones en la oficina de la Policía Metropolitana, en el hall principal del Municipio.
En promedio, 600 personas visitan la Alcaldía, de lunes a viernes; la mayoría debe dejar la cédula para ingresar. A cambio, los visitantes reciben una credencial que ‘autoriza’ el acceso. Este proceso se repite en las 12 secretarías metropolitanas, 12 empresas públicas y nueve administraciones zonales y otras entidades que son parte del sistema administrativo del Municipio.
Quito, por ser la capital, concentra la mayor cantidad de actividades burocráticas del país. En la ciudad funcionan los edificios de cuatro secretarías nacionales, seis ministerios coordinadores, 21 ministerios, Presidencia, Vicepresidencia y decenas de otras dependencias públicas en donde piden la cédula.
A esto, se suman empresas privadas, corporaciones, fábricas, hospitales, conjuntos habitacionales, colegios y universidades en donde se pide un documento con fototografía al ingresar.
Quienes hacen trámites en instituciones públicas y privadas se quejan por este sistema de control. Jessica Fernández señala que es incómodo dejar una credencial. “Son tres veces que pierdo mi cédula; por tiempo o por olvido las he dejado en la garita del guardia”, señaló.
Édgar Ruiz, inspector de la Policía Metropolitana, aseguró que es necesario retener la cédula por seguridad. “Hay personas que ingresan y se roban artículos de las oficinas de los concejales”.
Él indicó que los datos de los documentos de identidad se ingresan en un registro, en el que se detalla el día y la hora de ingreso. En caso de algún incidente, la Policía sabría por dónde iniciar las investigaciones.
Francisco Onofa, abogado, manifestó que no hay “ninguna disposición legal” para dejar la cédula antes de ingresar a alguna dependencia. No se puede porque es un documento público de manejo personal. Hay el riesgo de que sea falsificado, alterado o que se suplante la identidad.
Gabriel Cortez, experto en seguridad de la Universidad De las Américas, dijo que la petición de los documentos responde a políticas internas de cada entidad.
Destacó que este proceso es una regla de seguridad que se usa en la mayoría de países y pide aplicar otros sistemas para no molestar al usuario. “Hay cámaras de videovigilancia que graban todo”. Señaló que es necesario que cuando alguien deje su documento, pida una credencial a cambio para colgarla en su cuello o solapa.
En el Ministerio de Defensa, uno de los sitios con mayores controles para ingresar en Quito, se entrega una tarjeta a cambio de la identificación. El capitán Iván Avendaño confirmó que hay casos en los que se llevan la credencial y, por algunos días, dejan la cédula en la prevención.
En los dos últimos años, el Registro Civil renovó 826 577 cédulas en las tres agencias de Quito. Entre las principales causas para renovar el documento está la pérdida del documento y, luego, está el robo ya que, por lo regular, se la pone dentro de billeteras o carteras.
La renovación del documento representa el 55% de la producción total de documentos que hace la entidad.
Según información del Registro Civil, el Estado todavía subsidia el valor de la cédula y cuando uno de estos documentos se pierde, genera un costo extra para todos.
Uno de los lugares en los que se encuentran frecuentemente documentos abandonados son los articulados y alimentadores del trolebús.
En el sistema de transporte, desde enero de este año, se han encontrado 73 cédulas y 51 credenciales como licencias y papeletas de votación.
La irresponsabilidad es otro motivo para que se pierdan los documentos. Lourdes Tipán, dueña de una licorería, guarda 24 cédulas de clientes que aún no vuelven para cancelar una deuda.
Hay casos en los que la gente utiliza sus credenciales como cuchara para comer los “agachaditos”.