No solo hay temor durante la época invernal. Hay ocasiones en que el cielo está despejado por días, semanas incluso y, de repente, cae un aguacero torrencial y la tierra vuelve a ceder con fuerza.
En Zámbiza -una de las parroquias rurales ubicadas al oriente del Distrito Metropolitano- seis viviendas corren riesgo por los deslizamientos de tierra, según datos proporcionados por su Gobierno Autónomo Descentralizado.
Zámbiza es un poblado tranquilo que se asienta sobre un llano rodeado de quebradas.
Visto desde el aire, es como una cuchara que se asienta sobre al barranco Matacucho. La pendiente rodea a Zámbiza por tres de los cuatro bordes.
Las seis casas se encuentran al filo de la quebrada, la cual tiene una profundidad de aproximadamente 100 metros. La zona más complicada y que corre más peligro queda a unos metros de la calle Quito.
“Los inmuebles son ocupados por aproximadamente 150 personas. La casa de la familia Gualotuña Simbaña es la más afectada, prácticamente está en el aire, incluso las paredes ya se cuartearon o cayeron”, manifestó Celio Arias, presidente de la Junta Parroquial.
David Criollo, de 26 años, vive en una de esas propiedades. Contó que los aguaceros reportados a inicios de mes han causado serios problemas. El agua que baja con fuerza por la calle ingresa a su vivienda como si fuera un río.
Él y sus allegados aseguran que los deslizamientos han carcomido poco a poco el talud, hasta que finalmente la casa quedó al borde del abismo.
“Lo que más hace daño es que por esta quebrada bajan las aguas servidas de El Inca y Amagasí”, dijo Criollo.
Dos familias integradas por taxistas, amas de casa, albañiles y comerciantes debieron desalojar sus viviendas. Los acogieron parientes cuyas casas también están cerca de la quebrada y que igualmente corren riesgo. Ahora subsisten de las donaciones de gente caritativa que les da una mano.
Las paredes de la casa de Miguel Ángel Gualotuña se rompieron. Cuenta que hace ocho años construyó su inmueble a 15 metros de la quebrada, pero la fuerza del invierno y el paso de los años han desgastado el talud y hoy está al filo.
Con su familia vive un calvario cuando llueve. En el último aguacero se produjo un desprendimiento que los dejó junto al precipicio.
“Nos fuimos a otro sitio a vivir y la mitad de mis enseres se encuentran allí, no tengo un lugar para dejarlos”.
Él y sus hijas, de 21 y 10 años, no quieren perder su vivienda. “Entramos en pánico cuando hay fuertes aguaceros, ojalá que las autoridades nos ayuden construyendo un muro”.
Hace dos semanas, personal del Gobierno de Pichincha acudió a dos inmuebles para proporcionarles a las familias 50 kits de alimentos y utensilios de bioseguridad, como mascarillas, gel y alcohol.
“También les realizamos a los vecinos un chequeo médico”, expresó Nelson Moposita, director de desarrollo comunitario de la Prefectura.
El funcionario acotó que los ocupantes de los inmuebles afectados han recibido las ayudas como parte del plan de contingencia por desastres naturales. Si los damnificados requieren más ayuda, a futuro se les puede proporcionar más comida y vituallas.
Arias pidió a las autoridades que se realizara un estudio técnico sobre la situación del suelo y que se analice la posibilidad de construir un muro.
Según datos de EM Seguridad, del 1 de enero al 27 de mayo se han registrado en Quito 230 movimientos en masa. Se han identificado 70 zonas propensas a derrumbes. Zámbiza está entre ellas.
El Municipio indicó que, de manera preventiva, las cuadrillas han realizado trabajos continuos como mantenimiento en taludes, muros, limpieza de cunetas de coronación, construcción de estructuras de descarga y retiro de escombros durante todo el año.