En la calle Antonio Bustamante, frente a los accesos al parqueadero del Centro Comercial Montúfar, en el centro, una casa está descuidada y deshabitada. Es de dos pisos y en la puerta hay una cadena y un candado.
No hay numeración. En el patio solo se puede ver desde afuera una carpa, cartones, fundas y ropa. Allí, ayer, a las 10:54, dormía un perro. José Robledo, vecino, contó que ahí, a veces, llegan mendigos solo a dormir.
“El resto de la casa está abandonado. Hay tres cuartos en la planta baja y están deshabitados. Hace un año visitó el lugar personal del IESS, por eso presumo que es un bien de esa entidad. Por las noches, es un sitio peligroso”, denuncia Robledo.
A pocos metros de ahí, en la intersección de la Mejía y Montúfar, junto al Sindicato de Choferes de Pichincha, en el tercer piso, están siete ventanas abiertas, cerradas y semiabiertas. No hay cortinas ni señales de que alguien ocupa esos cuartos. En cambio, en los tres locales comerciales del primer piso con numeración N-58, N5-84 y N5-80, las puertas permanecen cerradas. Nadie responde.
“Siempre pasan así. Son casas donde no vive nadie. En La Marín ocurre lo mismo. Las ventanas y balcones son el referente para saber si habita alguien”, manifiesta Patricia Zúñiga, vecina de San Marcos, quien vive en el barrio desde hace 17 años.
Para comprobar el abandono de las viviendas hay que recorrer las 320 hectáreas que integran el Centro Histórico.
La infraestructura de las viviendas abandonadas está en mal estado. Algunos inmuebles son parte de los 4 900 bienes catalogados como patrimoniales, según el inventario levantado en 1990 por el Cabildo.
No hay un dato actualizado sobre las casas deshabitadas en este sector de la ciudad. El problema se repite en 16 barrios.
Según el Censo realizado en el 2001, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), de las 17 186 viviendas se contabilizaron 748 sin habitar en 14 zonas del centro. Allí se incluyeron los departamentos de los edificios patrimoniales.
Luego del censo del año pasado se espera que en los próximos meses se conozca con exactitud el número de inmuebles deshabitados. En los últimos nueve años, el ex Fondo de Salvamento, la Empresa de Desarrollo del Centro Histórico y la Administración Zonal han impulsado programas habitacionales.
Estos fueron proyectos de inversión para que los dueños de casas arreglen las infraestructuras, especialmente, aquellas consideradas patrimoniales.
A pesar de eso todavía hay viviendas en pésimo estado. En la esquina de las calles Flores y Manabí, por ejemplo, la infraestructura de una casa tiene huellas de abandono.
En las paredes está creciendo la hierba. Las fachadas internas están despintadas y el piso de madera está deteriorado.
A lo largo de la av. Pichincha, entre el playón y La Marín, en San Marcos, hay más casas descuidadas. Incluso, en una de ellas, ubicada en la calle Antonio Almeida, se pueden ver cables colgados en las vetustas paredes.
Ante el problema del deterioro en casas patrimoniales, el nuevo Instituto Metropolitano de Patrimonio Cultural realiza un estudio sobre la vulnerabilidad y el riesgo ante sismos e incendios. Esto también incluye a los inmuebles habitados.
Un estudio técnico del Cabildo determinó que el 80% de las casas del Centro Histórico fueron hechas con adobe, de construcción mixta con materiales inflamables, como la madera.
Santiago Páez, comisario de Construcciones de la Administración Zonal, explicó que ante daños, incendios y destrucción de viviendas, el arreglo es responsabilidad de los dueños.