La rústica y pequeña construcción, que data de más de 200 años, parece haberse instalado de forma natural justo frente al volcán Antisana y una de sus vertientes. En alguno de los seis habitáculos de gruesas y frías paredes de ladrillo y adobe habitó Alexander Von Humboldt, en 1802.
En ese año, el naturalista alemán llegó hasta este punto para observar y recoger en su memoria la flora y fauna nativa de este páramo, caracterizado por sus pajonales, que actualmente se cuidan como un ecosistema vital para el recurso hídrico del que depende una gran parte de Quito.
Por su importancia histórica, la conocida Casa de Humboldt permaneció inhabitada todos estos años para no estropear los pocos indicios que quedan de su edificación inicial. Pese a sus años, aún quedan visibles por ejemplo huellas del humo, que probablemente provino de algún fogón que se encendió para proteger a sus moradores del gélido clima.
Y hoy, gracias a una iniciativa que tiene el apoyo del Gobierno alemán, se devolverá la vida a este espacio para recuperarlo con fines educativos.
En este acuerdo participan el Fondo para la Protección de Agua (Fonag), Agua de Quito (Epmaps) y la Embajada de Alemania en el país.
Con una inversión que supera los USD 70 000, las tres entidades emprenden la restauración de la casa para destinarla a la instalación de un museo de investigación científica y espacio para resaltar la importancia de la conservación de los páramos y el agua para el Distrito.
Hasta ese punto no se permitirá un ingreso masivo de visitantes, debido a la fragilidad del suelo y de la estructura; sin embargo, sí podrán visitarlo estudiantes e investigadores.
En los alrededores de la casa, escoltada por el imponente volcán, nace nuevamente poco a poco la vegetación nativa de esta zona, tras una grave degradación que sufrió por muchos años debido al continuo pastoreo de ganado.
Para evitar el avance de esos daños -que aún son perceptibles en ligeras lomas verdes y arenales grises- Agua de Quito adquirió cerca de 7 000 hectáreas de terreno en el 2011, en donde ahora se halla la casa.
Esta área de conservación actualmente colinda con el Parque Nacional Antisana.
Como parte de las tareas de recuperación se sembraron plantas de páramo que, aunque no sobrevivieron por mucho tiempo, dejaron una primera capa de suelo fértil. La idea es que la casa restaurada sea un complemento de este plan de conservación.
“De aquí nacen importantes fuentes de agua que abastecen el sistema de La Mica-Quito Sur, especialmente para la captación de agua del río Jatunyaku. Su cuenca está en casi toda esta área frágil”, explica Bert De Bievre, secretario Técnico del Fonag.
De esa y otras tres fuentes se distribuye el líquido vital que conforma este sistema que abastece a prácticamente todo el sur de la capital. Es decir, provee de agua a cerca de 600 000 habitantes.
El agua pasa por una tubería de 24 kilómetros de longitud, que llega a una central de Píntag para después dirigirse al Embalse El Troje (en el sur) y, finalmente, distribuye el recurso. Se trata de un trayecto de 60 km.
Todo el sistema -uno de los cinco que abastece de agua a Quito- capta 1 700 litros de agua por segundo. A diario, una persona consume cerca de 220 litros de agua en la ciudad. De allí surge la importancia sobre la concienciación de su consumo, principalmente en estos meses, cuando se presentan menos precipitaciones.
Luis Collahuazo, gerente de operaciones de la Epmaps, aclara que las fuentes normalmente están abastecidas en esta época y casi todo el año. Los inconvenientes radican en la alta demanda durante la distribución. En el sur, por ejemplo, la parroquia que más consume agua es Chillogallo.
Durante las últimas semanas, la Epmaps también detectó aumento del consumo en otros sectores como La Armenia, Atucucho, Calderón, Carapungo y Calacalí.
Por ello, con el cuidado de las fuentes hídricas se garantiza la dotación de agua para toda la ciudad, insiste Luis Medina, gerente de la Epmaps.
Así lo dijo durante el acto simbólico de la colocación de pilotes de madera que servirán de base para un cerco que estará frente a la Casa de Humboldt, para protegerla del clima.