Los motivos navideños, los belenes, el musgo y los árboles de pino ya son mercadería pasada para los comerciantes. El trajín de compras por la Navidad se terminó y ahora la oferta tiene que ver con la fiesta de fin de año.
Las caretas y los monigotes ya se venden en las aceras y en los portales de los locales comerciales.
Este año, las caretas que ocupan más espacio en los mostradores son las de Emilio Palacio, Rafael Correa, Osama Bin Laden, Los Pitufos y otros personajes tradicionales como el ‘Chavo del 8’ y los de DisneyWorld.
Hay de todos los tamaños, diseños y precios. Los más caros son los elaborados con cartón, papel y engrudo. Los más económicos, los de aserrín. La familia Lincango se dedica a este negocio desde hace 42 años, cuando nació la primera hija: Martha.
En un cuarto de bloque de 8 x 5 metros, el aserrín cubre las paredes. Allí, las herramientas de trabajo son pequeñas palas rojas, ropa vieja y varias manos de los hijos, nietos y hasta vecinos de María de Lincango, la propietaria de este negocio.
Este quiteña de 65 años vende los monigotes de aserrín a USD 3. Su puesto lo improvisa en San Isidro del Inca. Desde este año se decidieron hacer también monigotes de cartón. El precio de estos muñecos de menos de 1 metro de altura, va desde los USD 6.
Otro artesano que se dedica a la elaboración de monigotes es Luis Tingo. Uno de los muñecos más llamativos de su local en el parque La Carolina mide 2 m y representa a Osama Bin Laden. Se demoró seis días en armarlo y cuesta USD 100, por su tamaño.
Este quiteño que ha elaborado monigotes y caretas durante 18 años cuenta que sus clientes también le solicitan máscaras de sus familiares o amigos. “Para eso me entregan una fotografía de frente y de perfil. En una semana está listo el pedido”, dice mientras acomoda su mercadería.
Tingo, de 53 años, durante todo el año recolecta papel periódico y fundas de papel de azúcar para elaborar los muñecos. Para pegar el papel utiliza engrudo, que lo prepara con harina y agua.
Cecilia Mosquera vende caretas al por mayor en el centro de Quito, desde hace 25 años. Entre las más tradicionales están las de brujas, diablos y payasos. Los personajes de ‘El Chavo’ y Mickey tampoco pasan de moda. Su negocio lo abre solo por temporada. La actividad se inicia en noviembre. En ese mes desempolva las caretas y las pone en el mostrador de madera.
Ella se queja porque ahora hay mucha competencia para su negocio. “En años pasados vendíamos más. Antes salían más de 1 000 caretas diarias, ahora solo se vende la mitad”.
En este negocio, la docena de caretas de cartón cuesta USD 9,60. Las de plástico, USD 4,80 la docena. Las máscaras hechas con caucho, son más resistentes y la más barata cuesta USD 5.
Los principales puntos de venta de estos negocios están en la av. Occidental, en el ingreso a los túneles de San Juan y San Diego; en Calderón, Carapungo y en el parque La Carolina.
Así, el ambiente de fin de año ya se siente en la ciudad. La venta de monigotes y de caretas anuncia la llegada del 31 de diciembre y de la tradicional fiesta que ha perdurado con el paso de los años. Para la quema del viejo hay que tomar precauciones, entre ellas evitar el uso de pólvora.
Testamento
Quiteño 2011
Ahora que muere el año, yo quiero dejarle a Quito
de todo lo que he atesorado, más que sea un poquito.
Ya que se muere el año dos mil once,
yo dejo un Alcalde: aunque sea el edil Ponce;
A los toros que viven por ordenanza,
les hago la chicuelina y les libro de matanza;
le doy dos orejas al alcalde Barrera,
a que siga sonriendo en contrabarrera;
Al Concejo en Pleno, que ocupe su puesto,
que libren a Quito ya de tanto impuesto;
A los metropolitanos, uniforme de tul,
para que controlen esa Zona Azul;
Al Quito que queremos, cemento en quintal,
Que empiece la obra de La Forestal;
Para el guagua Alcalde, un arma letal,
que acabe con todo incluido el predial;
A los policías les dejo mi
futbolín,
que dejen de jugar en el polvorín;
Ya no lloren, no sufran, estoy medio muerto,
ojalá en el dos mil doce tengan el aeropuerto;
Ya me voy, me muero tengo somnolencia.
No olviden a Quito y
ténganles paciencia.
Feliz año nuevo
Fabián Reinoso Reinoso