Este año, Quito es la Capital Americana de la Cultura, una oportunidad para mostrar al mundo sus atractivos turísticos, costumbres y tradiciones.
Una urbe donde confluyen varias culturas
Cumbres de presidentes de la región, encuentro de vicepresidentes para analizar el tema de las discapacidades, reuniones de ministros de Defensa para definir políticas para combatir el crimen organizado y transnacional y encuentros mundiales de jóvenes por la solidaridad son la muestra de que Quito ha sido la sede de importantes cónclaves, como capital del Ecuador.
El 27 de marzo de este año, como parte de las actividades que constan en la agenda por la capitalidad americana de la cultura, se reunirá el Comité Ejecutivo de la Unión de Ciudades Capitalinas Iberoamericanas. Los alcaldes de diferentes ciudades debatirán sobre la integración y la cultura.
Más allá de los encuentros de alto nivel, Quito es una ciudad cosmopolita. Fácil comprobarlo. En la avenida Coruña, en una cuadra, antes de llegar al redondel de la Whymper, hay un restaurante especializado en comida mexicana, otro en italiana y un local exclusivo para la venta de la cerveza alemana.
Al caminar por las calles de La Mariscal, sin dificultad, se encuentra a un ejecutivo con traje de corte inglés, a un hippie, a un tailandés ofreciendo artesanías en la acera o a un cubano preparando los cocteles que van ganando adeptos.
Eso es Quito, una ciudad donde confluyen varias culturas.
Una ciudad para la aventura y el deporte
Los 1 840 parques que hay en Quito, la flora, fauna y los incomparables paisajes que la rodean, hacen de la capital un destino idóneo para practicar deportes y emprender un viaje de aventura por la naturaleza.
Los intensos partidos de vóley, fútbol, básquet y otras disciplinas se combinan con las caminatas, bailes y aeróbicos que se practican en los parques. La aventura se vive entre los ascensos a los nevados y montañas que rodean la ciudad y la exploración de los caminos rurales, senderos y chaquiñanes a pie o en bicicleta.
Con 46 ecosistemas existentes, el Ecuador está entre los 17 países de mayor biodiversidad del mundo (según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo), y Quito se presenta como el escenario de entrada para descubrir este tesoro natural.
Las áreas verdes en la capital ocupan 3 200 hectáreas, lo cual significa que existe un promedio de 15 m² de espacio verde por habitante.
Entre julio y septiembre, Quito será el escenario en el cual se llevarán a cabo actos sobre el cuidado del ambiente, el manejo de la basura, el cambio climático y las acciones para mitigar su impacto. Durante tres meses, las actividades al aire libre, el deporte de aventura y el acercamiento a la naturaleza ocuparán la agenda de la capital cultural.
La fiesta es una tradición de la capital
Quito es una ciudad de tradiciones. Aquí se funden la herencia cultural de las comunidades ancestrales con las que llegaron junto con los españoles. Eso se ve reflejado, por ejemplo, en la celebración del Día de Difuntos, el 2 de noviembre.
Mientras las iglesias se llenan de feligreses que piden por las almas de los que ya no están, los cementerios reciben a quienes hacen una vigilia junto a las tumbas de sus seres queridos. Beben colada morada, llevan comida, y entre cantos, oraciones y flores, recuerdan en comunidad a los que partieron.
En las fiestas decembrinas, Quito se llena de alegría. Las leyendas de ‘La casa 1028’, o ‘El Padre Almeida’ se cuentan de nuevo, al son de pasacalles en honor a La Carita de Dios. En esta época, los jóvenes muestran sus dotes musicales y de baile en desfiles estudiantiles. Grandes y chicos trabajan en carros alegóricos para representar a la ciudad en sus distintas facetas. El año pasado se realizaron 487 actos para celebrar a la ciudad.
En la Navidad llegan los tradicionales pases del Niño, para dar la bienvenida a Jesús con música y flores. Las misas combinan alegría popular con la solemnidad. En las fiestas también se aprecia la gastronomía quiteña. Los pristiños, los caldos, las tortillas, los canelazos y otros manjares son el complemento ideal.
El arte y la religiosidad, una característica
En 1551, los sacerdotes franciscanos Fray Jodoco Ricke y Fray Pedro Gocial fundaron la Escuela de Artes y Oficios, donde tiene origen la Escuela Quiteña. 460 años después, los trabajos de Bernardo de Legarda, Manuel Chili (Caspicara), Miguel de Santiago y otros artistas adornan las iglesias, conventos y monasterios de la ciudad.
Quito es una ciudad conventual. Las calles del Centro y las diferentes iglesias que se ubican en el casco colonial guardan este legado que se puede admirar en San Francisco, Santo Domingo, La Compañía, San Agustín, La Basílica…
La gente expresa su religiosidad asistiendo a la misa los domingos. La cúspide de la devoción se expresa todos los Viernes Santos. En el día final, de la Semana Mayor, los habitantes representan el vía crucis de Jesús antes de ser crucificado. La procesión parte de la iglesia de San Francisco, recorre la calle Venezuela hasta la Iglesia de la Basílica y regresa por la García Moreno.
En esta celebración, los fieles esperan ansiosos la imagen del Jesús del Gran Poder, a quien veneran con flores y cantos.
Los cucuruchos y las verónicas son personajes importantes.
El Fonsal invirtió, en los últimos 10 años, USD 120 millones para intervenir templos como La Compañía, Santo Domingo, Carmen Alto, Santa Clara…