Vecinos y visitantes caminan a diario por la calle García Moreno, desde la Carchi hasta la Ambato, en el Centro. Foto: Patricio Terán / El Comercio
Desde la parte posterior de la Basílica del Voto Nacional se puede ver, en línea recta hacia el sur, cómo la calle García Moreno atraviesa el Centro Histórico de Quito hasta morir a los pies del Hospital Psiquiátrico San Lázaro, en la calle Ambato.
A lo largo de 1,5 kilómetros, las voces de casas, templos, plazas, bibliotecas y monumentos cuentan la historia de una parroquia viva, como parte de uno de los recorridos que el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) lleva a cabo para conmemorar los 42 años de la declaratoria de Quito como Primer Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Ese título se le otorgó a la capital en 1978, no solo por tener 35 iglesias y conventos en 308 manzanas, sino por ser uno de los centros históricos más grandes y mejor conservados de Latinoamérica.
El cronista Patricio Guerra destaca además otros de los tesoros del sector: aún mantiene el trazado cuadricular que se hizo en 1534 y conserva el legado de la Escuela Quiteña. También menciona su entorno paisajístico, ya que al estar rodeada de montañas, la ciudad se asemeja a un nacimiento.
En el recorrido a lo largo de la García Moreno, de la mano de la Cofradía de los Duendes (un emprendimiento de recuperación de la memoria del Centro y del patrimonio cultural inmaterial), se camina por 26 lugares importantes que marcaron la historia de la urbe.
Escuchar a Rina Artieda, miembro de la Cofradía y quien hace la guianza, es como acercarse a una ciudad oculta que va más allá de las magistrales edificaciones de la zona. Es desempolvar las leyendas, saber cómo se escuchaba y a qué olía el Quito de la Colonia.
Pocos saben que donde hoy se encuentra la García Moreno cruzaba el Camino Real Incaico. Es la calle que unió a los dos cerros sagrados: al Huagacauri, donde se levantó el templo de la luna (en el sitio en el que hoy está el Monasterio de las Agustinas), y al Yavirac, donde está el templo del sol (ubicado en El Panecillo).
Artieda indica que de acuerdo con una investigación del historiador Manuel Espinosa Apolo, la calle García Moreno era usada como un espacio de tránsito para un rito sagrado en el que los jóvenes incas hacían una ceremonia que les permitía pasar a ser hombres.
Unos metros hacia el sur se llega a la casa donde vivió Miguel de Santiago, uno de los pintores más representativos de la Escuela Quiteña.
Se pasa también por la morada de María Angulo, mejor conocida como María Angula, quien habitó en esa vivienda a finales del siglo XIX. Artieda narra la leyenda que hizo temblar a muchos niños con la sombría frase: “Devuélveme a los niños que me robaste”.
Cada esquina tiene su historia. ¿Sabía que entre las calles Olmedo, Mejía, Benalcázar y García Moreno se encuentran los primeros solares que se repartieron entre los conquistadores que llegaron a este territorio en 1 534?, ¿o que el entonces Hospital San Juan de Dios, (hoy Museo de la Ciudad), fue el lugar donde nació, se formó como médico y trabajó Eugenio de Santa Cruz y Espejo?
Como parte del trayecto, que toma un poco más de una hora y media, se recorren las iglesias del Sagrario, la Compañía y La Catedral, la casa de María Augusta Urrutia, el antiguo Banco Central, el tradicional Arco de la Reina y el Convento del Carmen Alto, donde vivió Mariana de Jesús.
Artieda cree que solo cuando se conocen esos relatos y se descubre a la urbe detrás de los edificios, se preserva el patrimonio. Debido a la pandemia, los recorridos se suspendieron en marzo pero se espera retomarlos en octubre.
También se realizan otros dos recorridos. Uno por la ruta sur del Qhapac-Ñan (calle Maldonado tramo Santo Domingo-Machángara) y otro por la Plaza Mayor .
Según Raúl Codena, director del IMP, la gente debe conocer la riqueza del Centro para poder valorarlo y cuidarlo.
El haber sido nombrados Patrimonio de la humanidad -dice- implica una gran responsabilidad, por lo que pese a la pandemia, los trabajos de conservación y recuperación han seguido. Para este año, la entidad tiene un presupuesto de USD 17 millones.
Además, se está trabajando en la implementación de un sistema de iluminación para resaltar la belleza de estos espacios en las noches. Culminó la primera fase, en la que se iluminaron 36 sitios, sobre todo religiosos, entre ellos La Basílica, San Francisco, Santo Domingo y Santa Clara; el parque de San Roque y La Ronda.
En una segunda etapa se llegará a 20 más. El objetivo es que una vez superada la pandemia, la gente vuelva al Centro y se acerque al patrimonio.