Ocho trolebuses forman una fila en la calle Flores, en la intersección con la calle Mejía, a la altura de la Plaza del Teatro, en el centro de Quito. El primero bus aguarda junto a un semáforo. Ha estado allí desde las 17:33 hasta las 17:40 de este martes 23 de agosto del 2016. Por fin, cuando la luz cambia y un operario encargado de la movilidad del sistema de transporte público le hace una señal al conductor, el vehículo avanza de forma veloz por la cuesta.
Los troles que estás detrás y los buses azules del mismo sistema de transporte hacen lo mismo. Todos aceleran y con un solo impulso y sin paradas llegan hasta la Plaza de Santo Domingo.
Cruzar ese tramo de la calle Flores es complicado. Desde que iniciaron los trabajos de rehabilitación del alcantarillado de la calle Guayaquil, la ruta del Trole se desvió y mientras las obras avanzan los vehículos deben usar la angosta calle Flores como una doble vía.
El ancho de las carrocerías impide que los dos sentidos puedan circular y por eso, en esa parte, los buses pasan por intervarlos de cinco, siete y hasta 10 minutos.
Dos agentes de tránsito y dos funcionarios municipales dirigen el fujo vehicular allí. A través de radios portátiles los funcionarios se comunican cada momento. Cuando han pasado todos los troles que van en el sentido norte-sur y la calle está totalmente despejada dan la señal. Por medio de una radio confirman el envío de más unidades, esta vez del sentido sur-norte. Y así: la misma calle es por minutos una vía hacia el sur, y por otros una vía hacia el norte.
Los pasajeros, que esperan en el interior de los buses no tienen más remedio que esperar, pues en ese tramo tampoco hay paradas.